jueves, 16 de enero de 2014

MI TIRRIA POR MARV WOLFMAN


Incluso en aquella imberbe época de los tebeos Vértice de superhéroes, en que era extremadamente crédulo con su contenido, cuando en los créditos veía su nombre, enfermaba. Junto a CHRIS CLAREMONT, era (es) el escritor que más detestaba.

Desaprobaba a Claremont por sus diálogos de mierda, las interjecciones que proferían los personajes. Pero, Wolfman… Buf. Lo es todo: malos diálogos, malos desarrollos, malos dramatismos, pésimas puestas en escena. ¿Sigo? Todo es cuesta abajo.

Estoy releyendo una historieta que escribió en 1978 para LOS VENGADORES. ¡Crimen! No obstante, es un ejemplo perfecto de cómo MARVEL trata a los lectores…, o los trataba. No es tanto que sea un tebeo destinado a unos adolescentes poco exigentes (en Marvel creen que sus lectores no crecen); es que Wolfman es un negado. Caracteriza Perú y Moscú de formas aberrantes; el primero, es un país a dos minutos de conocer a los primeros pobladores españoles. La capital rusa está dibujada (por SAL BUSCEMA) como un paraje urbano árabe, arrancado quizás de viñetas de CONAN, no como una ciudad con rascacielos.

Y lo realmente dramático: Wolfman cree (o creía) que esto era así EN VERDAD.

La CASA DE LAS IDEAS permite entender, con historietas así, que el estadounidense vive de falsas referencias, estereotipos y absurdos clichés sobre el resto de las naciones, evidenciando una ignorancia de base que ceba su desdén por las culturas del planeta. Cuando viajan al exterior, a una Europa rica en cultura e Historia, una civilización tecnológica avanzada, criados con esos falsos mitos, ¿qué piensan? ¿Sobreviven al shock de ver que los demás vivimos también en el siglo XXI, y que, en algunas cosas, aun les superamos? ¿Vuelven transfigurados por el paráclito, dispuestos a admitir sus errores, o acaban atontados del todo?

Escritores como Wolfman, que nos ven como a través de una botella de Coca-Cola, flaco favor hacen a su poderosa nación.

Vuestro Scriptor.