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Si se valora BIANCA BLAZE desde un sesgo político facha, esta plancha creo que desactiva esa sospecha |
Aun aceptando la amplia variedad e
importante calidad de la restante oferta, renegando del victimismo (que puede
ser tan falso, gratuito, interesado como despreciable), empero debo señalar una
cosa. (Dos, más bien.)
Empiezo constatando que nuestra presente
Constitución me garantiza el derecho a expresarme y crear como tan libremente estime.
Imagino que el límite está en que ese derecho no lo aplique a las amenazas,
injurias o conductas groseras o delictivas. Creo que quien diseñó ese derecho
lo hacía pensando en que pensaba denunciar injusticias reales evitando castigo
posterior, no para masacrar por sadismo o verdadera mala intención a quien
eligiese como víctima.
Pero: el presente (aunque viene de lejos,
¿eh?) clima “de opinión” de nuestra Sociedad limita, y mucho, este derecho. En
particular, el creativo. Me explico: cuando empiezo la narración gráfica de Bianca Blaze lo hago desde el nutritivo
sustento de la novela LOS IMPERIOS
PERDIDOS (esto ya lo he contado antes). Este légamo contiene el que España es
el Sacro Imperio Católico Hispánico y
es la portentosa hegemonía del pasado, sostenida con vapor inyectado, pujante
electricidad y remachado por doquier en acero, MÁS ACERO.
¿Por qué hice esta temeridad? Primero: por
INNOVAR. Todo ucrosteampunk, al
parecer, debe ser, si no vernesiano,
sí victoriano. Pensé: bueno, ¿qué pasa con nosotros? Fuimos una potencia. Esto
es una fantasía. Inofensiva, además. No se adoctrina a nadie. ¿Importará si, en
vez de ¡aclamar! Londres, ¡exalto! Emérita Augusta? ¿Escribo/dibujo sobre
nuestro imperio, en vez del inglés? No es tanto sentimiento de patriotismo (o
patrioterismo) como de marcar diferencia con otras obras similares (ejemplo: LA LIGA DE LOS CABALLEROS EXTRAORDINARIOS.)
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Me limito a contar una historia ágil, divertida y de acción empleando un contexto más imaginativo del habitual. Pero no se entiende así. Hay miedo a la etiqueta. Y mucho |
Pues sí. Y NOTABLEMENTE, además, importa.
Porque es políticamente muy incorrecto hablar bien de nuestro país
(manifiestamente mejorable) y aún más darle ese carácter imperial de antaño. Aquí
debemos mostrar vergüenza, arrepentimiento, humillación y deseo expreso de
balcanizar nuestra nación para que encajes con no sé qué precepto “cultural-creativo”
que Dios sabrá de dónde ha surgido.
Lo opuesto condena al ostracismo. Y estoy sufriéndolo.
Es despreciable la actitud editorial, impregnada de ese complejo que cito, que
no obstante ¡saluda! a todo lo anglo y que condene sin complejo alguno nuestra Historia
y legado.
Este sentimiento golpea también a SOGUETTO. Por diferenciar, diseñé una
hegemonía comunista global que emplea sin tasa el genocidio para imponerse eterna.
¡HORROR, ABOMINACIÓN, DESGRACIA! ¡Una hegemonía roja asesina! Pero ¿de qué va
este tío? Pues, de eso: hacer algo distinto.
¡Grave error en un país cuya cultura está tiranizada por la Izquierda, que se
cree dueña única de la creación cultural, estableciendo los estándares de
producción sin compasión!
Desde este planteamiento, ¿puedo disponer
de un derecho que luego va a ser censurado por quienes siempre andan
denunciando la censura y lo demás anejo? Esta hipocresía es la que, en verdad, está
impidiéndonos progresar, la que blanden quienes más se definen “progresistas”,
aunque limitan, coartan, censuran, marginan, a quien opine distinto a ellos. (Ni
cito a la Derecha. Ni busco su comprensión/protección. Son una calamidad
absoluta.) Así que ya ven ustedes. Soy víctima de los escrúpulos de unos y el
miedo de otros a ser tildados de algo que no son por el simple hecho de querer
diferenciarme del mejor modo que conozco.