lunes, 31 de agosto de 2020

(BUENOS) SECUNDARIOS — IMPRESCINDIBLES

Tiene nombre, ocupación, ubicación. Así
que su desnudez se limita a su semblanza
gráfica

Para aumentar/cimentar el interés por una obra (de ficción; no de ladrillos), debes añadir accesorios a los que, a veces, llegas a coger gran cariño. (Caso similar ocurre con los malos. Necesitas invariablemente un buen malo. No purrioso, mínimo-nimio, como el Tragaldabas —agh, puaj, ¡asco!—. Empero sobre ese tema ya he hablado antes —véase LOS FORSON—, así que no me extiendo más.) Salen de la nada (de tu imaginación) y, de estar ahí, haciendo bulto, por alguna razón dan un audaz salto adelante y pasan a ser importantes no sólo en ese relato, sino de sus secuelas, o extensiones. ¿Paradigma? GABRIEL T. Necesitaba un malo supremo sobre la superestructura de habituales sicarios que acaban o muertos, o graves, y lo improvisé sobre la marcha. Según escribía esa parte.

No pensaba usarlo más. Salía, decía sus chorradas de malo, huía, o moría. (Por lo general, estos personajes mueren.) Gabriel T supo no sólo escurrirse, sino convertirse en clave de casi todas las historias de la frontera. De sombra entre nubes tóxicas pasó a protagonizar SOGUETTO, más otras narraciones.

Así que esta personaja no sé qué papel final acabará teniendo en el macroesquema de Marsoon (literario y/o gráfico). Porque eso aumenta en volumen, dimensiones. Las márgenes se amplían… al infinito y más allá de la Cúpula del Trueno.

jueves, 20 de agosto de 2020

BIANCA Y EL DRAGÓN — MÁS SOBRE MARSOON Y EL PRISMA UNIVERSO

¿Por qué no atacar a tiros aun dragón?

Entre ese mogollón de frenéticos trazos hay un dragón, palabra. Exige quizás poner un poco de atención verlo.

Esto es más del proyecto gráfico sobre Marsoon, ese sitio que no me inventé, al decir de algún desharrapado bujarrón. Que fue cosa de una envidiosa mente astada. Dado el caso, ¿cómo puedo, por tanto, desplegar con tal seguridad elementos de una fantasía ajena? Tengo escasas virtudes; empero poseo amor propio. Procuro ser lo más original posible. No copiar. No plagiar. Eso, para otros. Presuntuoso “artista” y poetastro flatoso.

MICHAEL MOORCOCK ideó el Multiverso. Es una herramienta de fantasía utilísima, lo admito. Como sentiría tremenda vergüenza describir alguno de mis relatos como “del Multiverso”. Por tanto, aunque sean conceptos casi análogos, desarrollé el del Prisma Universo, describiéndolo en tres capas: las Facetas (o Superficie, donde ‘vemos’ lo que ocurre; sería nuestra realidad), el Limbo, una vasta bruma, a modo de magma, donde las cosas y seres muertos se mezclan, reapareciendo en cualquier Faceta (donde me sea útil) y el Núcleo. Un lugar misterioso. Tanto, que apenas tengo noción sobre él.

Igual sucedió con Marsoon. Nunca oculté cuán fuerte inspiración tiene del Barsoom de EDGAR RICE BOURROUGHS, porque LAS GRAVES PLANICIES lo parodia, aunque luego tomé tal cariño al concepto que hasta adquirió identidad propia. Llevo Marsoon (aún lo amplío) adonde nunca Burroughs alargó Barsoom. Un prolijo proceso de descripción cultural, política, social, religiosa, económica, de habitantes y ciudades, que procuro posea tanta coherencia como sea posible. No como Burroughs hacía: la primera ocurrencia resultona ¡al papel!

Supongo que es lo que diferencia a un escritor de otro: la coherencia que dé a su trabajo.

sábado, 8 de agosto de 2020

EL TRAGALDABAS — VERÍDICO

—El Tragaldabas.

El productor me miró de reojo durante un instante (mirada llena de perplejas palabras) y, disimuladamente, enarqué las cejas dándole a entender “esto es lo que hay”. (Que también valía por: lo encuentro tan pueril y abominable como tú. Empero estamos ante una imaginación tan mínima-nimia como ridícula. ¿Qué esperabas?)

Acabó la reunión con un productor que no disimuló su desinterés por “el proyecto”; pasaron los meses sin tener su respuesta. Volví, esta vez solo, a la productora para entregar CV (era lo que había estado haciendo entre tanto aguantaba grandilocuentes carajotadas de un flatulento con ínfulas “artísticas”: aprender cómo presentar proyectos, conseguir direcciones, contactos) y tantear la posibilidad de venderles mis proyectos; saliendo, me encontré con el productor. Me recordaba por aquél breve/revelador intercambio de significativas miradas.

Me interesé por el estado del proyecto. Tipo un tanto áspero, empero directo, cercenó la cuestión con cuatro palabras (bueno: muchas más).

—Me desagradó desde el título, cuya ambigüedad pornográfica —pues aludía a una postura sexual numeral— podía dar problemas de distribución, y no te digo, de ventas, por mucho dibujito animado mudo que fuese. Luego, el guión era inconsistente. Tenía fallos por todos lados —fue entonces abrupto—: una porquería. Y lo de los monstruos, el tragaldabas… ¡vamos, por Dios! —gesto de asco mal disimulado.

Lo entendí. Estaba ante un monstruo de la producción, con experiencia y años de trajín. Nadan tiburones de acero, ¡MÁS ACERO! en el negocio del cine, que husmean a años luz las flatosas porquerías pretenciosas copiadas en las inconsistencias narcóticas de BANKSHI y su cuernoscopio de los cojones. El productor, lanzado, sentenció:

—No me gustó nada que el guionista, cuando le pregunté qué proyección tendría “su película”, no contestase. Quedara callado. No lo defendiese. Mira —sesgo paternalista—, ese corto no tiene salida. No tiene continuidad. Tiene un público escaso y dudoso. Es un capricho que nadie va a financiar.

Y así fue. Así ha sido. Mientras, dale que te pego a la importancia del cuernoscopio, como si eso, por sí, pudiese salvar lo insalvable. Tiburones de acero, ¡MÁS ACERO! Olisqueando los beneficios desde lejos. Allí, no los había. Saqué otra valiosa lección de este encuentro.

miércoles, 5 de agosto de 2020

BIANCA BLAZE Y LA BESTIA — ÉSTA, HORNERLESS

Un poco al DEMONIO DE TASMANIA de los
dibujos animados se parece, ¿eh?

Sigo apilando material referencial para este novedoso proyecto, cuya enorme energía se manifiesta en el número de bocetos que estoy escorzando. Esto me obliga, empero, a recordar, una vez más, que Marsoon no es cosa mínima-nimia. Es un invento demasiado colosal como para dejarlo por ahí arrumbado, oxidándose, pudriéndose en las playas de las ideas descartadas o los cerros de los conceptos olvidados. Cada dibujo ensancha aún más las graves planicies que diera “a conocer” en la novela del mismo título. (Que “no escribí yo” —sarcasmo—, sino algún bujarrón. Empero, dándose esa circunstancia, ¿cómo sé entonces tanto de ese lugar, como para desarrollar el material que muestro, con la debida coherencia? Parece que la presión de las astas crecientes —ojalá fuesen hacia adentro— hace que se imaginen estupideces más grandes de las usuales.)

Y siendo Marsoon tan singular, de fronteras tan elásticas, tiene por tanto espacio sobrado para seres, u objetos, tan extraños, pasmosos, o peculiares, aun míticos-místicos, como el del bosquejo. No os sorprendáis si Excalibur acaba apareciendo clavada en una desolada roca de Marsoon. Y quien dice Excalibur… Vale, no adelanto acontecimientos.