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Valga este afiche para recordar y rememorar al maestro ENNIO MORRICONE, quien ayer nos abandonó. Por suerte, su música nos quedará para siempre |
Junto a JOHN WILLIAMS, el difunto Ennio
Morricone puso la BSO al siglo XX. (Eludo
la otra música que se sumaría a esa BSO,
temas inolvidables del pop-rock, por
ejemplo. Me ciño, estrictamente, al cine.) Entrambos dejaron huella sólida,
duradera, definida, en el pasado siglo. Porque ¿cuántas veces no has oído EL BUENO, EL FEO Y EL MALO en alguna
serie, más/menos arreglada, para que encaje con una escena que remita al mítico
western spaguetti? Montones, fijo.
Morricone y SERGIO LEONE ‘cogieron’ el zombie del cine del Oeste y lo resucitaron.
(Un repaso a esos western “contemporáneos”
aterra, por su fatua baja calidad y cuán poco transmitían, argumentos de siempre
brear a los indios unos tipos en impecable ropa de cowboy y la Caballería arrasando poblados nativos sin tapujos —y
que luego critiquen a los Conquistadores españoles, ¿sabes?—.) Al ensuciarlo,
lo lavaron, irónicamente. Le dieron nueva dimensión, de TBO, épica griega
incluso, abandonando los estereotipos del indio cara de palo de garlar en
infinitivo y el puro colono protestante que debía asesinar como deber patrio a
todos los pielesrrojas infieles del diablo. Eso, cuando (salvando a RAÍCES PROFUNDAS y alguna de DUKE WAYNE) no se enfrentaban unos
figurines, siempre atildados, en un duelo al mediodía solano en medio de una impoluta
calle, donde los caballos jamás se cagaban, secundados por unos malcarados
(entre ellos, LEE VAN CLEEF) o un panzudo borrachín irlandés astroso. Y, ah, el
amorío con la beldad virginal rubio/ario más estirada que el poste del
telégrafo.
Impulsaron refrescando el género y la
música de Morricone (también imitada por el cine norteamericano sin pudor)
contribuyó de notable forma. Cierto que Morricone compuso otras muchas notables
partituras (LA MISIÓN, LOS INTOCABLES), empero los acordes que
le recordarán, por siempre, serán los de sus western-spaguettis.
De potra o planificado, así ha alcanzado la
inmortalidad. Con espléndido legado sonoro.