Un poco al DEMONIO DE TASMANIA de los dibujos animados se parece, ¿eh? |
Sigo apilando material referencial para
este novedoso proyecto, cuya enorme energía se manifiesta en el número de bocetos
que estoy escorzando. Esto me obliga, empero, a recordar, una vez más, que
Marsoon no es cosa mínima-nimia. Es un invento demasiado colosal como para
dejarlo por ahí arrumbado, oxidándose, pudriéndose en las playas de las ideas
descartadas o los cerros de los conceptos olvidados. Cada dibujo ensancha aún
más las graves planicies que diera “a conocer” en la novela del mismo título. (Que
“no escribí yo” —sarcasmo—, sino algún bujarrón. Empero, dándose esa
circunstancia, ¿cómo sé entonces tanto de ese lugar, como para desarrollar el
material que muestro, con la debida coherencia? Parece que la presión de las
astas crecientes —ojalá fuesen hacia adentro— hace que se imaginen estupideces
más grandes de las usuales.)
Y siendo Marsoon tan singular, de fronteras
tan elásticas, tiene por tanto espacio sobrado para seres, u objetos, tan
extraños, pasmosos, o peculiares, aun míticos-místicos, como el del bosquejo.
No os sorprendáis si Excalibur acaba
apareciendo clavada en una desolada roca de Marsoon. Y quien dice Excalibur… Vale, no adelanto acontecimientos.