Siniestro afiche reflejo de una era de oscuridad y desesperanza |
Estuve viendo una hora. Fantasías aparte
(lo del tío tirándose al tren tras chocar la moto contra el parapeto no lo hace
ni Terminator, pues computa que tendría averías serias que dificultarían su
misión, y lo de ir por ahí con dos balas de grueso calibre en el cuerpo es
bastante irreal), lo que me llamó la atención (aparte de la potente
infiltración en la narración de las computadoras y los crackers), fue que James
Bond ya no se enfrenta a megalomaníacos teatrales estilo Dr. Doom, con
organizaciones secretas de tebeo, sino a peligros reales (algo exagerados) de
terrorismo internacional. Todo muy pragmático, en el fondo. Muy pegado a la
actualidad.
Cómo ha cambiado el escenario de aquellos
años 60 en que los villanos parecían de opereta y cuanto contaba era la tía
buena/sexbomb a ahora, donde los acontecimientos se leen en el periódico o ven
en la TV y resultan desalentadores. Poca catarsis, ofrece el moderno James
Bond.