miércoles, 26 de septiembre de 2018

FANTASMADA — ADDENDA A “LOS CEREBROS PLATEADOS”

A veces, las editoriales dejan al escritor
confeccionarse una semblanza biográfica
que puede resumir una sarta de embustes
y grandilocuencias que mueven la más
feroz risotada. También del minúsculo
 ego sobrevalorado va el libro

Entre los alicientes de esa elegante novela de FRITZ LEIBER destaco la “tarjeta de visita” que la editorial de GASPARD DE LA NUIT (pseudónimo) mostraba en la contraportada de sus vistosos relatos. Pura falsedad, porque, como a sus compañeros inmersos en todo a lo que huela a tinta, le confeccionaron un historial aparatoso, teatral, para darle un aire quijotesco de vuestro hombre misterioso que prenda la imaginación de sus lectores.

Así, al anodino escritor lo definen con los altisonantes y rimbombantes adjetivos:

Entendido empedernido en piedras extrañas, este actor gótico [creo que esto es uno de los regalos autobiográficos de Leiber al inexistente sujeto], ha practicado el ocultismo, la jardinería, la momificación, la investigación privada y pilotado triplanos Fokker. De natural inquieto, entre sus oficios cuenta el abrillantar zapatos de hierro u hornear galletas de acero con bombones. Mordido por el dingo literario, se estrenó con El Abominable Azafrán, que publicado rápidamente por la intergaláctica independiente Mulholland Falls of Niagara, le decidió a escribir narraciones como: Nueve gatos negros muermos, El Travesti Descalzo, o Transeúntes del Mico Teórico. Este verdadero apasionado del mundo de las letras, hizo estos años su nombre común a decenas de proyectos literarios interplanetarios. Prepara ahora su próximo bestseller: El Persona de Esparto, situada en Edimburgo”. [Incluían una foto del menda, fumando en un balcón (!), todo revestido de gótico atuendo escocés manchado de cacao. —Habría que verlo—.]

¡Pero si sólo le faltaba haber hallado el Arca Perdida, junto a su padrastro, camino de la Atlántida, armado con la recortada del 12 del cuñado! ¡Cómo reí al leer tamaño párrafo! Vaya que sí. ¡Qué desvaríos! Empero, forman parte del engaño que algunas editoriales arreglan en torno a escritores ‘sombra’, o ridículo personajillo inseguro, insignificante, de autoestima mínima-nimia, que, habiendo tenido una (mas peregrina) idea, organizan ese circo virtual mediático en versión pop-up para engrandecerle e hincharle el ego.

Si Leiber lo apunta, será porque ya existían identidades tan nulas en su tiempo, pareciéndole bueno denunciarlo, imagino que por su amor propio de buen escritor herido, al ver cómo fraudes colosales merecían tan caros aunque fatuos elogios…