¿Qué más añadir de esta ilustre figura literaria? Pues que este dibujo me salió este mediodía de un arrebato repentino de inspiración |
Acomplejado por sus humildes orígenes, y libre
en una alta sociedad que aspiraba a ser la aristocracia republicana
norteamericana, EDGAR ALLAN POE usó su prodigiosa imaginación para falsificar
unas raíces cargadas de conspicuo prestigio (si procedía de BENEDIT ARNOLD, que
si tenía antepasados de regio abolengo español, que si una ilustre vena
escocesa del Duque del Lago Ness, que si…) que le permitieran competir, desde
su debilidad, en ese mundo de petimetres de buena posición y afilada lengua que
podían espetarle su nacimiento de pobres actores itinerantes, exhortándole:
¡Largo de aquí, Poebretón! Careces de todo abolengo hasta para servirnos el
café. Luego sonaría el bofetón con el guante y el duelo al amanecer, demandado
proceder de su Sociedad.
Un mecanismo de defensa, no un desesperado
afán de atención, que, empero, eludía el lloriqueo. Sus fantasías eran
honestas, pese a su falsedad. Hombre valeroso, no buscaba el apoyo acosador de
putas y bujarrones para dirimir sus conflictos. Y, siendo autor de calidad, cuando
se ponía a inventar, no urdía basura del estilo de tener hermanos bastardos por
medio mundo. O haber sido violado de niño en descampados u hospitales. Nada de,
no sé, una obesa niñez torturada por los compases de sus compañeros de clase. O
quizás una madre prófuga, desertora, que obligara a la abandonada familia a emigrar
a Chicago, forzando al padre a abrir una agencia teatral, mejor que de privates detectives, con el disléxico niño
Edgar haciendo de apuntador de los actores Asperger. Menos, inverosímiles
historias de hermanas tísicas tiradas por el suelo gritando, o cuñados con
recortadas merodeando la casa… un tío abuelo quemaiglesias… No, no. Purria
plebeya, no. Poe tiraba a la nobleza. No a la “mariconeza”.
Dan hondo ASCO, y ganas de partear sus
caras de cabrones, los fantasiosos que recurren al cobarde victimismo de afirmar
padecer raras enfermedades, físicas o mentales, o que es un pobrecito espíritu
suicida sensible-perseguido-acosado, para engañar al prójimo, tenerlo rehén pendiente
del lastimero falsario continuamente.
Eso es solicitud desmedida de notoriedad de
un ego mínimo-nimio que necesita, como consejos para una vida mejor, tener
gente atenta de su mierda para poder soportar su insignificancia. Poe no tramaba
tales sórdidas artimañas. Ni GUSTAVO ADELFOS BÉCQUER, oye. Pero habrá aspirantes
a góticas sad copys de Poe, con su
absenta, láudano y sus roperos forrados de poemas, que seguro sí proceden así. Porque
¡hay tanto “hombre misterioso” por ahí, fingiéndose el impotente, para dar pena
penita pena…!