domingo, 2 de octubre de 2022

LA MODA — DE LAS ARMAS DESCOMUNALES

 

Boceto de los que haces en un
ratillo; para captar la idea. De todos
modos, el bocadillo deja clara la
intención del concepto

De tantas, detesto dos manías; una la referí hace años. Es la de que imaginar un personaje barbárico-femenino y, de cajón, ¡otra RED SONJA! Mira que hay amazonas, como WONDER WOMAN, a las que intentar emular, sacarle vueltas que alguna puede haber aún. No: siempre sale la Red Sonja que llevamos dentro para llevar el asunto al actual extremo de estomagante mediocridad. Ese sigul delata que ese autor va bastante limitado de ideas. Sácalo del bikini de cota de mallas y la fiera mirada enmarcada en rizos rojizos, y puede quedarse in albis mirando el A3.

Dentro de esa tendencia al barbarismo pelirrojo medio nudista-bikini metálico, está la segunda aborrecible manía de dibujar a la pobre manejando un hacha de tamaño poco menos que ABSURDO. Por fuerte que esté (o sea, gana músculos empero sacrifica su femineidad, porque adquiriría talla andrógina —una delicia sáfica—, que no suele reflejarse en esos diseños), no creo que una mujer pueda emplear un hacha que pese más de cincuenta kilos después de tres o cuatro golpes. Y sólo el esfuerzo de alzarla, voltearla, descargarla, brindaría a sus rivales tales huecos en su defensa que, cuando menos, la cuchillada al costado estaba garantizada.

Vale, es una fetishfantasía, mas hasta las ficciones deben seguir una lógica intrínseca. Y a menos que seas de Krypton y nuestro Sol amarillo haya superfortalecido tus músculos y sentidos, una bárbara, por bárbaros que sean sus tiempos y bárbaro su entrenamiento, acabaría derrotada en cualquier pelea usando tal hacha.

Parece, asimismo, una nueva versión de la envidia del pene (hay cierta alusión sexual masculina en el hacha). Espadas largas. Hachas masivas. Mazas enormes. Un complejo de inferioridad (más que una razonable medida defensiva/ofensiva) que hay que vencer empleando quincalla de tales dimensiones que (pen)entran en lo absurdo de todas-todas.

Ciñámonos a la lógica, aunque sea la volátil que envuelve las fantasías, autores.