No es ningún calibre ni un arma. Bueno,
tal vez sí. Me refiero a la emisora pop-rock. Por una razón ininteligible, es
la única que capto bien; el resto del dial lo ocupan esas siniestras cadenas
llenas de política de ambos sentidos y sus augurios y demás patrañas, junto a
la tanda habitual de sandeces hembristas, perrofaloflautistas, indignados y la sinrazón habitual.
M80 tiene un declarado sesgo izquierdoso
que la impide, sobre todo, ser tan plural y tolerante como algunas veces se ha
definido, puesta en el brete de explicarse.
Pero me centraré en sus locutores, los rumbosos
que pinchan los temas musicales a veces alabándolos con loas empalagosas,
desmedidas. Otra cosa que pecan: de imparcialidad. Imponen sus gustos y limitan
el nuestro. Los filtros de las llamadas son de un estrechísimo tamiz, y selecciona
sólo oyentes próximos a las preferencias del disc-jockey.
Suelen, además, montarse unas paranoias
argumentales delirantes con determinadas canciones. El último desvarío que
recuerdo fue con ORINOCO FLOW, de
ENYA. El payaso ante el micrófono estableció una teoría sobre el estribillo alucinnante,
adjudicándole una simbología oculta que faltó poco para decir que era una
contraseña identificativa de la consabida conspiración judeomasónica para
apoderarse de la receta de la COCA-COLA.
Fallan igual las locutoras. Estamos en el
siglo de la igualdad, tonterías parisexuales pues: leyendo el CD de ROXI MUSIC,
la garbosa tradujo el título del tema MORE
THAN THIS por MÁS DANDYS. Y no
son CAMBERRIES, sino GAMBERRIES…
Y cobran por estar en la música. Por saber
de ella. Por entenderla. Por promocionarla. Menos mal. Si fuesen ignorantes…
Vuestro Scriptor.
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