La transformación que este dibujo ha sufrido desde su concepción a este remate ha sido casi asombrosa. Palabra |
El 15-M (¿ustedes se acuerdan? Degeneró en
uno de los supurantes cánceres —populismo podemita— que enferman a España),
aquello que pretendía exponer el cabreo justificado de los españoles ante la
completa inutilidad del Gobierno Totalitario entonces “gobernante”, acción de
repulsa que fue hábilmente manipulada por los del verbo fácil y la palabra aún
más ágil (había que ver quién
estaba articulando todo eso, en la sombra, y con qué fin —un chalet de 600 mil
euros en privilegiada urbanización madrileña—), engendró una peculiar palabra: perroflauta.
En plata: flojo universitario peluso fumeta republicano de Izquierdas armado
de megáfono y con las ideas muy claras: no dar golpe en la vida, ser apalancado
subvencionado in saecula saeculorum
gracias al altavoz que pregonaba toda suerte de disparates progresistas y, a quien le llevase la contraria, pudiese tacharlo
de ¡fascista! que, de inmediato, iba a tener quien le creyera/apoyara. En
especial, el Gobierno del color (rojo) concordante con su ideología, o
principios (o sea: la vagancia ilimitada).
Alguna vez, los perroflautas encontrarán
fuerzas para fundar una familia, o simulacro. Sus hijos serán criados en una
serie de patrañas y tonterías (muy al gusto del Gobierno —rojo— de turno) y,
llegado Halloween, su Navidad (porque la Navidad es una fecha de fachas
atlantistas clericales monárquicos judeomasónicos reaccionarios, ergo ellos no
pueden celebrarla), toca cuento de terror. Para estar en consonancia con el día.
Y ¿con qué asustan a sus cachorros? Con que
la Perversa Derecha Represora salva España haciéndola productiva y próspera.
Para eso, hay que arrimar el hombro (léase: trabajar), y nada les produce mayor
alergia… salvo decir “España”, pues destroza sus encías.
Lo que muestra la caricatura, vaya.