martes, 15 de septiembre de 2020

UNA HISTORIA DE LA FRONTERA: DÉCIMO ANIVERSARIO

Empezaba para darle visibilidad a esta,
que habría de allanar el camino a las
siguientes. Era una oportunidad de
oro, que no desperdicié en absoluto

Tal día como hoy de 2010 comencé la titubeante, aunque con intención de firme continuidad, andadura del blog hermano a éste. “Titubeante” (pese a tener claro sus objetivos) pues aún no sabía bien qué orientación darle sobre la fórmula a seguir. Estaba claro que valdría para hacer mi promoción literaria (como este blog, grosso modo, hace de la gráfica); empero tenía más beneficios (nada mínimo-nimios) que debía aprovechar.

Así comencé el ritmo de comentar libro-película-observación personal bien pronto. Dejé atrás la sensación de “dubitativo” al fin. También el estilo como esas apreciaciones iban a aparecer, sufriendo una reducción en su extensión (que aún sigue. Mas esto lo comento en el otro blog.)

Ignoraba si llegaría a cumplir diez años “en antena”, la verdad. Cuando creé Una historia de la frontera, el blog seguía siendo algo con sensación de respetabilidad. La irrupción de las redes sociales, su apartado más visual que literario, ha lanzado a la decadencia al medio. El blog está quedando para ‘eruditos’, por así decirlo, un medio de transmisión o comunicación que se orla, en verdad o en falso, de una aureola de “cultura” que las redes sociales no pueden dar aún. O jamás. Porque pronto saldrá otro formato que las volverá obsoletas, seguro.

[Internet, a este paso, parecerá un valle lleno de esqueletos de formatos de difusión para gran regocijo de cyberarqueólogos o cyberpalentólogos, o cybersociólogos, ¡hasta cyberantropólogos!, que podrán, como los anillos de los árboles, leer el avance y caída de nuestra cultura por cómo en esos espacios servíamos información o bobadas.]

Festejemos la longevidad de Una historia de la frontera. Espero, dentro de diez años, repetir palabras parecidas aquí.