He defendido antes que mis historias contienen
un denso trasfondo; cuentan algo. No son cosa baladí pese a su
apariencia “efímera”, de película de acción, no tan sofisticada como alguna tremebunda
cinta dramática que te amarga lo suyo, más que marcarte.
Una apariencia “somera” puede contar cosas
interesantes o que induzcan a reflexión. Lo “somero” es el dulzor como administran
el acíbar. Mis lectores iban descubriéndolo según avanzaban por sus páginas.
Maravillándoles la montaraz sinuosidad de los contenidos, los personajes.
Runners comparte esos atributos, por supuesto. Como también su argumento
contiene las dos claves esenciales de mi hacer: la traición y la muerte.
En sus páginas resaltan poderosamente. Sobre
todo, la primera. Acaso sea en verdad la historia de una traición extendida
durante un dilatado espacio de tiempo, que afecta a un gigantesco número de
personas. Generaciones enteras.
Ya veis: hay más moral sustancia psicológica y profunda de que la que aparenta a primer golpe de vista.