miércoles, 10 de julio de 2013

MÁS A COLOR

Tengo observado, de los filmes, que el prota se enamora de una pava que no está ni la mitad de buena que su mejor amiga. Las comparas y descubres que es cierto. No sólo tiene mayor atractivo físico, sino que incluso intuyes que es más divertida e inteligente, de mejor carácter, que la elegida. Pero, el guión es así.

Un ejemplo: en ROMY Y MICHELE. Romy está colada de un menda atlético y tal, el zafio habitual que jode la vida a CLARK KENT por tímido y buena persona. (Va en la naturaleza de esa gentuza: si no putean a alguien, no viven. Infradotados de todo, de vidas amargas, tristes e inútiles, así expresan algún tipo de… no sé.) Este “desperdicio de virtudes” persigue a la creída de turno que a su alrededor agrupó unas bobas con personalidades volubles/nulas que la ríen las gracias, pero por miedo al flagelo de sus desprecios y sarcasmos, los que sufren Romy y Michele. Y, siendo la top-ten del insti, algo de su fulgor ebúrneo puede reflejarse en sus acólitos/as. Dorará sus vidas.

Pues te das cuenta que MIRA SORVINO está dos mil veces mejor que esa lamebotas, pero el tontolava acaba con la otra manipuladora que, andando los años, se descubre un fiasco de tipa sin ambiciones y pretensiones minúsculas. Y de carácter, ¡horrible! Aún instalada en PUTEAR AL PRÓJIMO porque, sino, se suicida.

Mas de buena se libró Romy, porque el tiparraco tampoco dio para mucho. No es que apuntase a bróker ganamillones-por-segundo de Wall Street, pero a una profesión bien remunerada y casa decente, podía aspirar. ¿Qué es, al final? Un borracho medio barrigudo, cornudo además.

Vuestro Scriptor.