De lo que más odio al dibujar es luego
borrar el lápiz. Por alguna razón absurda, hay trazos que perduran pese a la
energía que apliques trabajando con la goma de borrar. Y no puedes colarte;
atravesarías el papel, o lo arrugarías.
Otra cosa que detesto son las excesivas
líneas rectas. Dibujar muchos edificios y cosas así. La tinta tiene el feo
defecto de no secarse a tiempo, o suficientemente deprisa, y un residuo,
mínimo-nimio, queda ahí y, al empezar a borrar, o mover la regla para trazar la
siguiente raya, ¡a manchar tocan! Cómo afea el trabajo.
Vuestro Scriptor.
También en: http://unahistoriadelafrontera.blogspot.com/
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