lunes, 10 de febrero de 2014

DREW STRUZAN — FINAL

Para la edición especial, STRUZAN corrigió los colores originales de los sables
Para concluir el artículo publicado en “la frontera”, este breve apunte: lo que más me sorprendió del reportaje sobre Struzan fue que este autor se rendía; abandonaba por hastío, más que por estimar haber efectuado una plena vida laboral. Estaba apreciando que la industria del cine, a la que ha favorecido con tan admirables afiches, pertenecía ahora a ejecutivos sin entrañas, espíritu ni alma, que cuestionaban su labor sin ningún respeto o admiración.

RICHARD AMSEL también ha aportado estupendas pinturas a los afiches
Forjan una producción rápida, barata, cuyo peor defecto reside en ser desechable. No hacen cine para perdurar, hacer Historia, o leyenda, como STAR WARS o INDIANA JONES (al margen de lo anecdótico que tenga su éxito y continuidad). Filman historias deleznables pero capaces de motorizar a un público gradualmente menos exigente (por no decir lerdo) capaz de engullir dosis masivas de basura siempre que se la sirva un calvo musculoso (por muchas virtudes actorales que posea VIN DIESEL), o un forzudo, una tía buena, más o menos enfundada en látex, aparezcan coches o naves superveloces y, sobre todo, haya un atracón de FX (como los que sin mesura surten las pelis de TRANSFORMERS), cóctel capaz de abombarte los sesos por la resonancia añadida del sonido en THX; sin trama, con actuaciones casi planas sujetas a clichés y estereotipos morales, raciales, sociales.

Esta ignoro de quién es; pero se ajusta a mi apreciación sobre qué lamentable
es perder este estilo tradicional de publicitar filmes... o propaganda. ¿Estamos
ante el fin de la ilustración tal cual se entiende, reeemplazada por Photoshop?
Triste despedida para una excepcional carrera. Y me indujo a meditar, porque su ‘denuncia’ puede trasladarse a concursos y certámenes, literarios o no, de nuestro país, donde se “premia” no una obra de méritos más o menos destacables, sino una moda volátil que aprovecha un avispado editor, y la ofrece a lectores iletrados cegados por la etiqueta “ganador de”… cuando la cosa carece de calidad para ser vencedora.

Struzan dejaba constancia del motivo de su renuncia sabiendo que sus palabras no cambiarían nada. Nadie reivindicaría el retorno a ese buen hacer tradicional. Me pareció alarmante, por la avalancha de aberrante mediocridad que nos espera, además de triste.

Vuestro Scriptor.