Empiezas con un ¡bang! Deberás terminar con un ¡big bang! |
Es muy simple: ¡empiezas detonando una
bomba atómica en el centro de una populosa capital plagada de chimeneas y
aspecto retrofuturista!, en algún momento a principios del siglo XIX. (Yo lo
hice en 1805 DC.) Luego, explica por qué se produjo ese momento tan dramático,
y quiénes son los actores del suceso.
Es el MÉTODO
DENT. Todos los buenos autores lo siguen fielmente.
Siendo evasión, sin más elevada
pretensión, no nos pongamos pedantes, los móviles de tal tragedia oscilarán
entre la codicia y la venganza. Lo importante es cómo usar esos tradicionales
motores de la narración para que parezcan nuevos. O diferentes tanto como sea
posible, atrapando la atención del lector. Todo está ya inventado. Sólo hay un
argumento: el viaje. Hagamos no obstante el trayecto ¡fantabuloso!
Y, por supuesto, ¡nada de gigantescos
personajones literarios o históricos-histéricos protagonistas! Qué visto está
eso. ¡Un poco de dignidad, señores autores! No imiten TANTO TANTO a ALAN MOORE.
Tengan una dosis de amor propio. Dignidad personal/profesional. Invéntense
su rol; queda espacio para embarcar más leyendas
gráficas en el fabuloso barco fluvial de la imaginación. (Qué analogía más
chula.) Si quieren hacer una referencia casual, en plan guest starring, ¡sexy! No es mala dirección a la cual apuntar.
Pero ¿llenar las viñetas de CEZANNES o
BAUDELAIRES o LADY GODIVAS satánicos, o dementes, o superheróicos, o a trasmano?
Visto, ya visto. No innova. Trabajo de rémora. Eso está bien cuando eres un
imberbe principiante necesitado de modelos/ejemplos. ¡Dejen de lamer botas! Cuando
tienes tablas, rebaja tu calidad.
Así que… ¡bomba atómica al principio!