Pues haya suerte, maestros, Vaya que sí |
He leído la información por ahí,
dejándome pasmado. Especialmente, porque compite, parece ser, por los premios
grandes. No está en las categorías técnicas, que suelen considerarse de menor
trascendencia (ahí vemos la nueva entrega de STAR WARS).
¡Impresionante!, teniendo en cuenta tanto
la temática como el légamo del cual procede el personaje. Sucederá que aspirará
a mucho y terminará siendo “la gran derrotada”, como otras tantas que presumían
de dispuestas a ventilarse los Oscar
y fueron “las grandes derrotadas”. Pero a la médula. Mad Max era una producción ‘indie’
(como “postureo”, otro palabro de
moda —en Fotogramas, decían que
procedía de “indígena”, no de “independiente”—) australiana (¿en
Australia hacen películas?, era la pregunta a hacerse “en aquellos entonces”)
que impresionó a la crítica y la Sociedad, lanzando al star system a MEL GIBSON.
THE
ROAD WARRIOR fue el
apoqueclipse total. Sentó escuela. Hasta la saciedad ambos filmes se han visto
reproducidos, con peor suerte, en producciones ínfimas o de calidad mínima-nimia,
como mucho.
Fotograma que delata lo barroco de la nueva entrega; en realidad, una reconstrucción del personaje, parece ser |
Mad
Max es la historia,
apoqueclíptica, de un misántropo arisco en busca de gasolina. No desarrolla
esos factores emocionales, interpretativos, o artísticos, a los que la crítica
que concede los Oscar suele
encandilar. Relata sobre bajas pasiones, supervivencia, estériles páramos, una
actuación limitada a lo visceral del entorno.
Y ahí está: en la cumbre del cine;
rozándola, cuando menos. Saliendo casi de la nada, es un elemento clave de la
CultuPop, que ‘amenaza’ aturdir los Oscar
con el estruendo de motores trucados y personajes extremos que, con dificultad,
pueden negar su procedencia de la historieta. Eso me agrada; me llama la
atención, esencialmente. De la historieta.
Un recuerdo para quien lo inició todo |
De ese recurso narrativo despreciado por
las autoridades clasistas y excluyentes que suelen merodear el entorno olímpico
de quienes conceden los Oscar. Quizás
sea un guiño; quizás, el reconocimiento al Noveno Arte, del que tanto TANTO
debe el cine. Tal vez, una extravagancia.
Pero: ahí
está. Nuestra producción indie,
pese al talento soterrado que tiene y nunca ve la luz, no llega a tanto. Sirve un
estofado de marujeo y bujarroneo y alguna cosa cómica cuya gracia puede verse aun
forzada, e intérpretes que no actúan, sino hacen Propaganda política para
demostrar que grandiosos son.
Envidia, en efecto. Porque Australia está
en el culo del mundo, por así decir, y nosotros, ¡la riqueza de la
interpretación!, ¡el arte, el talento!, encostrados en Europa, a un salto de
charco de Norteamérica, no logramos esos hitos. O son mínimos-nimios. Entre
frívolos e insustanciales. ¿No produce envidia, la circunstancia?