Leí
un artículo en que Frank
Miller postulaba por una “revisión feminista profunda” del TBO. Me
desconcertó que un hombre que había forjado su carrera en homenajear fuertes figuras
masculinas que imponían su sentido del bien y la justicia por encima de los
convencionalismos o leyes, personajes como BATMAN, ROBOCOP, o aun LEÓNIDAS,
ahora se pusiera “plañidero” y empezase a hablar de temas diametralmente
opuestos a los que le habían proporcionado fama.
Porque
eso de “feminista” huele mal. Pues, entiendo, no se trata de crear personajes e
historias desde la óptica de una autora (que lee manga y hace relatos de amor, por cierto), sino coger lo habido
masculino y hacerlo menstruar, siendo muy esquemático con el razonamiento.
Pervertir los ancestrales cánones de la fuerza, el dominio, el control, por presuntas
concepciones progresistas como el
diálogo, la diversidad y la tolerancia… que, cuando escuchas ciertos discursos
feministas, te preguntas dónde está el diálogo, la diversidad, la tolerancia. Piden
el control, el dominio, la fuerza que debe cambiar de sexo.
En
resumen: nada nos diferencia. Sólo
que han encontrado una masa pelele-mameluca de progresistas “masculinos” que reniegan de su género, abominan de la
testosterona, y cuan borregos apoyan tantos dislates de muchos quilates. Es
entrar en la sórdida espiral política y el apoyo mediático de aberrantes con una
licenciatura en periodismo que, al parecer, obtuvieron en una tómbola. No
avancemos por ahí. Callejón hediondo.
Gusto por el bondage aparte, ¿sabéis qué representa esta viñeta? Es una analogía de la libertad de expresión. Mani-atada. Por los mismos que más dicen defenderla. Los progres de color morado, sobre todo |
Miller
se había vendido, entendí. Ya perdimos otro mito. Hasta que leí este artículo
y comprendí lo sucedido. La progresía
(una desaforada banda fascista-roja-populista de niñatos de red social,
ignorantes y malvados) había roto a Miller. A pedazos. Era un equivalente del
fascismo morado español pero en clave norteamericana, o angloparlante, que burla
sus “normas” sobre respeto, tolerancia y diversidad, despedazando a quienes discrepan
con su “ideario”. Ya conocéis a la alimaña: siempre hablando del MCCARTHISMO,
del franquismo, de la censura… que luego practica sin tapujos con mayor
virulenta violencia que aquellos a quienes critica.
Lamento
que Miller deba sacrificar sus principios, con los que no siempre estarás de
acuerdo, para poder seguir trabajando. Una parte importante de su gran fuerza
creadora ha muerto. Porque ahora estará más pendiente de qué escribe, para “no
ofender”, que de qué cuenta. El aborto, empero uno muy lindo y progre, está servido.