domingo, 15 de septiembre de 2019

ORGULLOSO POR COBARDÍA

Y puestos a imaginar... ¿cómo deberia
sentarle al hombre más orgulloso del
mundo que su joven novia le pusiera
los cuernos con un cincuentón? Y el
orgulloso, aún en la flor de la
virilidad.
¡Cornudo por ser incapaz de
satisfacerla; cosa que sí hace el viejo!
¡Para pegarse un tiro!

JULIO CORTÁZAR define a EDGAR ALLAN POE como un hombre orgulloso. Empero orgulloso porque era en esencia débil. Esa actitud era, más que un arma, un escudo para defenderse. No sé cuánto de íntima cobardía podría tener esa debilidad. De algo que sí estoy seguro es que Poe poseía bastante coraje como para arrostrar sus problemas él solo.

No pediría a putas y bujarrones dirimieran sus asuntos, exigiendo acosaran y amenazaran por él. Atacaran a quienes, antaño, fueron extraordinariamente compasivos y generosos con él, al extremo de prestarle dinero, que jamás devolvió. Esa sería conducta digna de un cobarde hijoputa. Poe era demasiado hombre, persona, tanto por el ambiente de aristocracia donde se había criado, como por su propia autoestima, como para proceder tan pávida e ingratamente.

Mas podríamos imaginar al orgulloso supercagón como una suerte de sabandija que reptara por los más repugnantes caminos atribuyéndose, por hambre voraz de mimos y lisonjas, enfermedades de “hombre misterioso”. O absurdas bastardías que lo abruman al punto de tener ideas suicidas. Efectuando desesperadas huidas al cortijo materno, ¡pobre niñito cobarde!, para sanar su frágil ánimo, el que luego insta implacable al ODIO a putas y bujarrones (con quienes debe sostener comercio carnal). Se me antoja como una pálida damisela desmayada por los lirismos de GUSTAVO ADELFOS BÉCQUER.

Orgullo: otro nombre de la ingratitud y la cobardía. Poe, consciente del bien que recibía, procuraba retribuirlo tanto como fuera posible. Con noble lealtad. No como ese supercobarde orgulloso del paradigma, que lloriquearía a putas y bujarrones. ¿Merece alguna piedad tamaña escoria? Ninguna.

Al intentar sin embargo emular a Poe, en su vertiente de fantasear sobre sus orígenes para disimular su humilde cuna, o hacerse el “poeta trágico misterioso” que empapelara armarios con supuestas estrofas, se insulta la memoria de un gran hombre que pecaba de imaginativo, mas sin malicia. El del ejemplo está por debajo incluso de la mierda.