martes, 8 de marzo de 2022

AQUELARRE 2022 — O CÓMO DESTRUIR UNA CAUSA JUSTA

 

Primero pensé era una sátira de Vox.
Pues no: va en serio. Y lo que de
verdad ofende es que esta basura
la está subvencionando nuestros
impuestos

La imagen per se lo cuenta todo. Sólo hay que leerlo con suficiente detalle.

Sin embargo voy a extenderme un poco para hacer reflexionar al lector, si a bien tiene. Es tradicional asignar al clero establecer el orden a la moralidad y el recato; el exigir a la mujer alargue la longitud de la falda y vigile el descaro del escote. Y, luego, asignarla su lugar en el hogar: ama de casa, madre, soporte anímico/sexual del cabeza de familia.

Tras descubrir que no había ni tanto diablo ni pecado en la generosa exposición de la carne, y más si es de espectacular guayaba (no veas cómo lucen algunas por las calles), todo eso fue cayendo en desuso por tontería singular-secular. Empero ha quedado esta impronta, en el colectivo, del cura como censor-administrador de moral.

Y ¿qué predica el cartel feminista (radical)? LIMITACIONES y PROHIBICIONES (porque esa es la auténtica esencia del pasquín: PROHIBIR) que ninguno de esos curas exaltados llegó nunca a predicar. (Habría que retroceder quizás siglos para hallar uno.)

Este femifascismo incrustado en mala hora en nuestro “Gobierno” no defiende la expresión de persona que puede hacer una sombra de ojos, una laca de uñas o el favorito: unos tacones altos. Quiere una masa anónima de campesinas analfabetas (no os preocupéis: las femirulas y sus peleles piensan por vosotras) desarregladas y desgreñadas que no contengan partícula mínima-nimia de individualidad.

El 8M puede haberse instituido con un sentido de elemental justicia. Hoy, y como este cartel demuestra, para lo único que sirve es para demostrar hasta dónde la progresía puede emporcar toda causa, malformándola, volviéndola aberrante y aun enemiga del más elemental sentido común.