Ya en mis manos el libro, compruebo su peso
(de libro bien hecho, a posta con calidad, para perdurar y transmitir contumaz
la fuerza del contenido, esa historia de imperialistas y nihilistas implicados
en una terrorífica trama motivada por una poderosa Razón de Estado) y cuando lo
hojeo (que es distinto que “ojear”, diga ese berraco lo que diga), descubro la
meticulosa dedicación que ha puesto al proyecto la editora de YERAY
EDICIONES, la señorita ENCARNI LÓPEZ. (La expreso mi sincero reconocimiento.)
Amplio interlineado, fuente de letra grande,
deliberado efecto de novela decimonónica manifestado en las primeras hojas. Ese
acabado barroco, digamos de hojas de acanto de los diarios antiguos, ayuda a fijar
una historia que transcurre en los albores del siglo XIX, empero desviado entre
cinco o siete grados del nuestro (o nosotros padecemos esa desviación respecto
a ellos).
Imperios Clásicos disputan para conseguir o
mantener la Hegemonía Global; Imperios del Lejano Levante aguardan con
siniestra paciencia que los Imperios Clásicos se saquen las asaduras para avanzar
y rematar al exhausto vencedor, imponiendo su Hegemonía. El más activo es el
Celeste Imperio. Las maquinaciones de su pérfido MAESTRO DE ESPÍAS adulteran la
política occidental para procurar precipitar la Gran Guerra que devaste al
enemigo que con comodidad podrá aplastar.
Al Otro Lado del Negro Atlántico, las Provincias
Colombinas y las Colonias Albionesas replican a modo ese estado bélico latente,
aunque el ambicioso Virrey de Nueva Albión Trasatlántica pretende independizarse
del Imperio Reformista para erigirse en César Imperator, so pretexto de constituirse
en república…
Este es el macrocuadro general que enmarca
a nuestros protagonistas, los delictivos Caballeros de Fortuna. Delinquen con inaudito
éxito (nunca visto, ni durante el ‘reinado’ del REY LAGARTO, el visceral
enemigo intelectual del retirado PRINCEPS DE LOS DETECTIVES —AMATEUR—, SHERIDAN
THORN, cuya audaz e inteligente unigénita, SHEILA THORN, sigue sus pasos justicieros
y cosecha sus propios méritos —anublados por su incapacidad de arrestar a los
Caballeros de Fortuna, demasiado incluso para ella—, dando alientos al
Movimiento Sufragista londrinense), carrera amenazada sin embargo por la
conjura de Altos Despachos que les implicará a la fuerza. Y entre bastidores,
siniestras criaturas agitan aún más las turbias aguas para consolidar sus imperiales
propias metas.
Es asimismo una historia de parentescos, su
toque de humanidad. La sangre, más espesa que el agua, en algunos casos causa
repulsión. Es la maldición de los justicieros Thorn: tener familia directa capaz
de superarles en el bando enemigo. Pese a sus decrépita nobleza y puritanas
fijaciones con la justicia, una significativa rama de ellos está torcida.
Esa batalla es tan importante como la que encadena a los Caballeros de Fortuna y a los Thorn a la salvaje actividad en los bajos fondos del sanguinario/espectral Reaper.

