miércoles, 27 de noviembre de 2013

RESEÑAS


Nunca leo reseñas ajenas antes de emprender las mías. Pienso que vicia la idea que tenga sobre el material visionado, o leído. Inserta conceptos ajenos, y conviene, por elemental decencia, tener los propios. Puedes equivocarte; pero fue de buena fe.

Además me gusta deducir por mí mismo cosas, llegar a conclusiones al margen de las del común aceptado. E induce placer descubrir cuánto de acertado has estado en tus deducciones de lo expuesto oficialmente.

Conocí a alguien que deslumbraba por sus análisis de las películas, o cómics, o novelas, que veía o leía. Un día topé, sin embargo, con una crítica en FOTOGRAMAS y contenía, casi exactamente, las mismas conclusiones y palabras que las recitadas por este sujeto. La siguiente vez que empezó a perorar sobre una película, le espeté:

—¿Son tus conclusiones o las que has memorizado del crítico de Fotogramas?
—Concuerdo plenamente con ellas —fríamente replicó. Lo peor: ni siquiera meditó sobre las opiniones del crítico; se las empapó para recitarlas en una tertulia.

Su reputación cayó a plomo. Dejé de oírle. Empecé a pensar por mí mismo, sin apenas considerar, tampoco, al crítico de Fotogramas.

De ahí mi deseo de ser lo más honesto posible con mis análisis. Mi ejemplo, no cunde.

Vuestro Scriptor.