Simpático tríptico sobre el evento. ÁNGEL CORDERO al dibujo; ANTONIO SANTOS al texto |
En aquellos entonces, cuatro visionarios,
llenos de un irrefrenable impulso juvenil y una desbordante creatividad, se
atrevieron a hacer lo que otros colectivos de la ciudad, en sus cónclaves ceremoniosos,
sólo soñaban. Realizamos (yo fui uno de esos pioneros) la Primera Semana de la Historieta, evento que resultó maratónico de
hacer y luego desarrollar in situ, y que
generó dos grandes consecuencias:
A)
Fue un
éxito. Tanto de público como de participación,
B)
Abrimos
la senda a mediocres que malamente nos imitaron.
Ocurrió que esta populosa iniciativa,
lanzada a los cuatro vientos que recorren el alto cielo, topó con obstáculos masivos,
estilo la Roca Tarpeya. Uno fue la cicatera financiación estatal. Con lo poco
empero que dispusimos, hicimos más de lo que nadie esperaba. Aun nosotros. Otra
dificultad fue que los colectivos aludidos antes no aceptaron nada bien el que
cuatro de fuera de su órbita de cónclaves solemnes hiciesen lo que ellos
pretendían, demorándolo sin embargo sine
die.
Porque eso les ponía. Lo digo con total
conocimiento, pues participamos en aquellas movidas. Sentarse, discutir,
plantear trabas… no buscar soluciones… posponer para la siguiente sesión la
iniciación del discutido proyecto. Una vez tras otra Tras Otra TRAS OTRA. Y así
los meses (meses) pasaban como la brisa por los resquicios de las puertas de
madera vieja.
Se presentó no obstante, de total chamba,
la oportunidad de hacer el evento. ¿Íbamos a desperdiciarla? ¡Un rotundo NO
moderano de acero nuevo! Desde un primer momento (no creáis a esos embusteros
calumniadores) ofrecimos participar a los colectivos aludidos, que lo rechazaron
sobre todo por la soberbia de quererlo hacer a su estilo; léase: tras largas
deliberaciones concéntricas que postergaban las soluciones a sesiones ulteriores,
amén.
Le echo rostro; una muestra más de mi labor con BIANCA BLAZE. Promoción |
Envidiaron nuestro arrojo; intentaron boicotear
el evento, que para su frustración fue un éxito; cuando finalmente tuvieron la
ocasión (contando aun con medios que nosotros sólo soñábamos), crearon algo
macilento, torpe, que exhibía, con desnuda fuerza, la potencia de su impotencia
mediocre. El presupuesto elevado apenas disimulaba la falla.
Nosotros lo hicimos antes, hace veinte años
(este 2018 hoy estrenado), con una energía que nuestra “competencia” ya
quisiera haber tenido. Para mí, queda patente lo mínimo-nimio de su trabajo, teñido
de un desamable regusto político al que no voy a referirme, qué deslucido quedó
cuanto hicieron. Y tampoco mentaré al Gran Colectivo del Estudio Histórico de
la Historieta, que en vez de celebrar el que aquí existiera algo que a ellos
tanto les atañe, decidan ignorarlo.
No puedo, imitando a otros eventos, obviar
la efemérides (el vigésimo aniversario) sin recordarla. Especialmente por el
colosal esfuerzo de su realización. Nosotros
lo hicimos antes. Y, eso, esta panda de celosos que nos han seguido NO
PUEDEN impedirlo reconocer de ningún modo.