Es sólo un ejemplo; no el autor en sí. Otros muchos podrían haber sido elegidos |
En el blog hermano publico una reseña
con un contenido bastante interesante sobre los despiadados modos como el medio
(el TBO, en este caso) se ocupa de sus dibujantes. En especial, de los ‘estrella’.
Cito un nombre en particular por aquél “bombo colosal” que obtuvo durante su
estreno. Pero el listado puede ser tan extenso como la guía telefónica.
Pretendo destacar (porque de denuncia,
nada. En ningún caso cuanto diga va a cambiar nada, valga la redundancia. Sobre
todo, porque los interesados prefieren no agitar estas procelosas aguas, y los
grupos dedicados a la defensa de la Historia de la Historieta están demasiado
cómodos lamentándolo, si procede, sin realizar en cambio ningún efectivo
movimiento de protección) la veloz veleidad como un autor es ¡encumbrado! para
después pasar, si no al anonimato, al desempleo más feroz casi sin tránsito.
¿De qué sirvieron esos ditirambos del ayer;
el ¡ensalzarlo! como una novedad de esencial vitalidad, si ahora le “sepultan”
sin misericordia? Todo es, en parte, culpa de esta era de internet y su
inmediatez. Apenas algo puede perdurar. Se busca inmediatamente lo más
reciente/reluciente para volver a disparase como electrones sin masa por la red
en pos de la nueva novedad rutilante con un afán desesperado que tiene que
terminar afectando a la salud de algún modo.
Creo estamos perdiendo algo esencial
procediendo de este modo. Siempre ha habido un interés comercial en promocionar
qué, o a quién. Pero este vértigo sin medida… hum.