jueves, 26 de marzo de 2020

HELLBOY CUMPLIÓ 25 AÑOS — Y NO NOS AVISA

Es muy agradable volver a escribir sobre
cosas que me gustan y no sobre la
enfermiza situación político-social
actual. Empero a veces ésta manda. Y
hay conciencias que sacudir

Mi aproximación al opus magna de MIKE MIGNOLA (¿el nuevo JACK KIRBY, por lo imitado que está?) fue, si no tardía, tampoco inmediata. Un buen puñado de sus historias ya estaban rulando por el mercado cuando lo leí. Como sucede con todo lo que exuda calidad a raudales: ipso facto me prendó. Me aficioné. Tan aprisa como el $ lo permitía, fui apoderándome de cuanto publicado había, y publicarían.

Lo dejé el LA ISLA porque el $ se agotó (dar de comer y beber a una ingrata sanguijuela tiene esto). Y, desde entonces, le tengo perdida la pista. Las películas… bueno. Cumplen. Pienso procuraron hacerlo lo mejor posible, empero algo se ha extraviado en la transición de las viñetas al fotograma (y sobre las novelas, cuando termine alguna, ya contaré). Porque los encargados del metraje sienten amor y respeto por el personaje, aunque hay un cúmulo de imponderables (léase: productoras) que pueden haber adulterado ese amor-y-respeto hasta hacerlo algo artificial de consumo palomitero que a los fans nos pone rictus erectus de disgusto y el público general al que destinan el producto final olvidarse de lo visto. A lo sumo, dice: Entretiene.

Mignola o tuvo un golpe impresionante de suerte (el lector “de entonces” era más receptivo a andanzas diferentes a las ya agotadas de superhéroes MARVEL y DC un tanto arrinconados por SON GOKUH o ALITA) o la Musa lo inspiró de puta madre magistral, extrayendo del fondo de su alma las inquietudes lovecraftianas que despiden sus narraciones visuales, de un tenebroso barroquismo que encaja perfectamente con la sensibilidad actual sobre la materia. LOVECRAFT, precursor, estaba escribiendo una clase de terror que detonaría en su plenitud tras Hiroshima y Nagasaki, cuando esas visiones de amorfos entes otromundados podían encajar con mayor naturalidad en un planeta conmocionado por las ondas expansivas atómicas.

Nuevos-viejos horrores (guerra nuclear, virus —aunque las plagas vienen de lejísimos—, manipulación informativa, control estatal de la población, mutaciones inenarrables…) pisaban el mundo y llegó el momento de Hellboy. Aparece para devolver esos horrores a las húmedas criptas y las mansiones cargadas de cagadas góticas y telarañas de donde nunca debieron salir. Ha hecho un excelente trabajo.

Salud, muchacho, y espero sigas muchos más años por tus ilustrados lares.