JUDY GARLAND, la DOROTHY de EL MAGO DE OZ (versión antigua) dio la
casualidad, circunstancia, o morbo, de ‘servir’ de modelo para los travestis
(alias travelos) de su época. Más
recientemente, actrices como NICOLE KIDMAN o JODY FOSTER han “dado ese ejemplo”
para que ciertos señores, esclavos de un íntimo, vergonzante y chantajeable
secreto de retorcido carácter sexual, en la más/menos intimidad se atavíen imitándolas.
Considerando qué aspecto de
esmerada-delicada porcelana exhibe la australiana, sorprende exista algún
fornido camionero de Nebraska, por ejemplo, hirsuto como CHEBBACA, capaz de
entretallarse en la silueta y/o vestuario de la Kidman. Eso sí es una proeza de
ingeniería, no poner un hombre en la Luna. Imagino que el paradigma puede
extrapolarse a las otras actrices citadas, o que se me escapen.
Un hombrón hecho-y-derecho queriendo
aparentar ser estas délficas celebridades… al menos queda grotesco. (Las costuras
reventarían por doquier.)
Empero ignoraba que la mimbreña JANE BADLER
fuese también icono del travelismo. ¡Pasmoso!
Pues, sí. Hay quien aspira a imitar su tronío de reina reptil ordenando envasar
a la Humanidad para jalársela en su distante planeta de serpientes y lagartijas
andante-parlantes. Intento (con notable esfuerzo) imaginar al
hombrón-hecho-y-derecho fuentecanteño procurar encajarse dentro de ese mono
naranja de butanero, con la peluca y demás atrezzo y maquillaje, procurando
imitar traveleramente a la Badler en
su tronío de lagarta reina.
Las costuras reventarán por todos lados,
mostrando desnuda esa efigie, patética e hirsuta, de hombrón hecho-y-derecho
ante un espejo estallado por reflejar tanta bufona fealdad, tan absurdo
propósito, espanto que, aparte de promover la más salvaje risotada ante el ridículo, recuerda que aunque la mona se vista de seda, travesti
se queda.
(Creo que Jane Badler merece más respeto,
que ser “elogiada” de este modo. En serio.)