No han tardado, peleles, eunucos y
maricones (y, ojo, no me refiero al colectivo homoX, sino a esa impresión de
plañidera cobardía adocenada que la palabra espera trasladar) en tachar la
conducta del actor abofetedor de ejemplo de “masculinidad tóxica”, una de sus
tantas definiciones modernas para justificar su expediente de nulidad
funcional.
La bofetá, en síntesis, ha sido un teatro
que se ha avinagrado, para levantar la audiencia de un espectáculo plúmbeo que
pierde cada año más espectadores. No creo que debamos extendernos más al
respecto. Aunque…
Únicamente ceñidos a la Academia de los Oscars: los "privilegiados"
actuales que se ponen histéricos con "demostraciones de "masculinidad
toxica"" cosechan los resultados de éxitos arrolladores de
"masculinos tóxicos" como CONAN, MAD MAX, RAMBO, TERMINATOR, ROCKY...
¿captamos el mensaje? Sin esos iconos, estos peleles intelectuales no gozarían
de sus elevadas prebendas presentes ni sus deportivos de lujo, o mansiones en
Beverly Hills. Han convertido Hollywood en una factoría de inclusivismos que el
espectador desprecia. Están arruinando al Séptimo Arte con pijoterías demagógicas.
En este plan, llegará el día en que ver a un
protagonista caucásico en una película, y encima heteroX, se considerará
revolucionario, rompedor, transgresor, de continuar esta moda de meter todos
los colores, sensibilidades y emociones
(encima, sin necesidad) para luego no contar ninguna historia potable porque se
agotó el metraje por mor de reflejar inclusiones. Todos están representados, sí;
empero ¿de qué iba la película?
Así que antes de rasgarse las histéricas progrevestiduras con lo de la "masculinidad tóxica", recordemos las contribuciones de los iconos nombrados, o las de otros muchos como TARZÁN, DOC SAVAGE, LA SOMBRA, JOHN CARTER o EL COYOTE. Todos ejemplos de heteros masculinos... "tóxicos".