Afiche. Poco se esperaba el equipo de esta cinta lo que se avenía. Lo iban a cambiar casi todo, con una historia muy simple, directa, mas llena de una provocadora energía innovadora |
Hasta el estreno de POR UN PUÑADO DE DÓLARES (soslayemos ahora lo de sus raíces
japonesas, asimismo inspiradas en una novela de DASHIELL HAMMET), el western era un género impoluto… y moribundo.
Apenas JOHN
WAYNE podía mantenerlo a flote. Y pienso que SAM PECKINPAH estaba dándole
vueltas a la imagen menos florida del Far
West empero, por alguna razón, o no se lo permitían, o no se atrevía a dar
el paso.
Por tanto debió esperar a que el italiano
Sergio Leone mostrara un Oeste lleno de sudorosos personajes sin afeitar, en
algún caso astrosos, y con muchas malas intenciones en las entrañas. Hasta el
protagonista del sombrero bianco y
sus Colts imbatibles mostraba tinieblas dentro de su carácter que cuestionaban su
heroica estampa clásica.
El resonante éxito internacional de Por un puñado de dólares haría dos
cosas, al menos: proyectar a CLINT EASTWOOD al estrellato; revivificar “en
sucio” el género, ansioso de una transfusión de vitalidad porque agonizaba. Los
estudios habían explotado el género hasta el agotamiento. Un plantel casi interminable
de títulos lo confirman. En todos ellos, encontraremos una sucesión de clichés
que hacen manidas, deleznables, dichas cintas.
Lo más absurdo: que el polvoriento entorno
y las peleas a puñetazos, por no decir los disparos, no dejaban huella
mínima-nimia en el protagonista, o aun sus enemigos. Ni se despeinaba, y si lo
hacía, de un plano a otro volvía a lucir perfectamente atusado. Y si caía al
barro, en absoluto éste se adhería a sus prendas. Por no hablar de actuaciones
que parecían envueltas en celofán, con la beldad de turno semejante a un
maniquí con faldas amplias estilo tienda de campaña y la lucha entre el
carácter y la sumisión.
Leone reinventó con definitiva fuerza el Oeste. Creó escuela. Ensanchó fronteras. Incitó a otros géneros a arriesgarse, a ser más provocadores. Una tranquila revolución estética que ha producido más beneficios que desastres… a menos que abusen de su fórmula.