domingo, 26 de enero de 2020

LAS PORTADAS QUE CALCÁBAMOS

Para los púberes de entonces, ávidos del
deseo de dibujar, esto era toda una lección
magistral de anatomía y aplicación del
color. Faltando el maestro que nos corrigiera,
¡no nos quedaba otro remedio que calcar!
(Hasta que adquirieras las debidas nociones)

No había píxeles en aquella época; la TV tenía sólo dos canales, a B/N. Cortaban a las tres de la tarde hasta las seis, cuando empezaba un programa infantil con dibujos animados. A veces, de Europa del Este. Muy distintos de la locura dinámica de El CORRECAMINOS y EL COYOTE. Eran animaciones grises, planas, extrañas, con algún mensaje que los hacía aburridos, no crípticos.

Entonces, la imaginación tenía más valor y fuerza que los píxeles. De hecho, los píxeles que hoy las nuevas generaciones disfrutan surgen de esa época, pues el músculo de la imaginación estaba más desarrollado. Vivía con muy poco, encima. La ficción de hoy es un depurado de ese tiempo. No sé qué ocurrirá cuando los que aún creamos en base a esos limitados recursos faltemos. ¿Tienen las nuevas generaciones la potencia? ¿Nos rebasará? ¿Se anquilosará?

Ya he escrito sobre la influencia de las portadas de LÓPEZ ESPÍ en el pasado, con afecto. Eran el color de nuestros dibujos y la fuente de alimentación de nuestra imaginación. Nos dio acceso a un Universo (MARVEL) porque lo primero que ves de algo impreso es su cubierta. En esos años, donde los títulos del TBO, por respetables que fuesen, tenían un aire harapiento y añejo, parecía no podían competir con nombres tan emocionantes como LOS VENGADORES, LOS 4 FANTÁSTICOS, EL HOMBRE DE HIERRO, SPIDER-MAN. ¿Qué es eso, QUÉ ES ESTO?, gritaba nuestra infantil imaginación sobreexcitada.

Una legión de niños y jóvenes se lanzó a calcar esas portadas porque despedían una fuerza y una corriente de imaginación (es la palabra clave) que permitía soñar con lo que hoy disfrutamos. Quizás no sea exacto, empero sí muy aproximado.

Fue un momento fantástico. La maravilla, la ingenuidad y la imaginación colisionaros. Se fusionaron. Originaron a los actuales creadores de mitos de la historieta, en alguna vertiente. Puede que no a todos; algunos abandonaron. Otros, seguimos en la brecha. Recordando, no obstante, la deuda adquirida con aquellas increíbles figuras y la acuarela de López Espí que los coloreaba.