Entre que ya era una porquería aquí, y el Barquero del Lago Ness no es un eficiente cosario, ¡la ruina estaba servida! |
¡Suenen cuernos, cornetas y cornamusas!
¡Trombas y trombones! ¡Los astados vikingos alcen sus pitones rebosantes de
hidromiel para celebrarlo! ¡Corra a mares el Jack Daniels que alivia a los cornudos llorosos! Cuan cornucopia de
ilusión ¡ya llegó a Lidemdorf el Roscón de Reyes, donde los alemanitos
ilegítimos aguardaban con sudorosa expectación! ¡Tanto les han escrito en las pomposas
cartas góticas sobre el ¡aclamado! dulce que lo paladean anticipadamente!
Empero… ¿imaginan cómo llega a la vieja
Germania romana un Roscón de Reyes embalado en España sólo con papel de poemas
de enfoscar armarios
[¿Volverán tus oscuros golondrinos
a tus cuernos colgar
Las latas de cerveza que bebías sin parar,
y que otros pagaban, sin dignarte a
colaborar?]
y que, tras tanto ajetreo, en las más
desastrosas e insalubres condiciones, parece una cutre cámara de rueda
parcheada por todos lados y espuma de afeitar por nata? ¡Tragedia poeiana! ¡Drama
becqueriano! ¡Lamento manderleyano! ¡Miseria manderoliana!
¡Ese Roscón, tan ¡alabado! por el hermano
español, en sus cartas llenas de la pena penita pena que le inspira querer
suicidarse, llegó a la Alemania Reunificada hecho una plasta aplastada grasienta!
Los bastarditos de mimbre, ¡qué bastarda decepción sufrirán! Digna de la bastarda
narración de la enferma con la cama cubierta de nieve, bajo el boquete del
techo, rodeada de ineptos incapaces de quitar el hielo de la colcha siquiera,
sólo de figurar inútiles según el médico bisbiseaba memeces surtidas por un
impotente escritorzuelo farragoso que no sabía de drama ni diálogos… Un
desastre similar a que tu veinteañera novia te corone con astas con un
cincuentón calentón porque sabe consolarla,
pese a tu “plenitud” ‘sexual’. ¿No les parece a ustedes?