domingo, 20 de junio de 2021

¿QUÉ FUE DE KEN KELLY?

 

Posteriormente, portada de un
ejemplar que finalizaba la
dramática distopía del
EXTERMINADOR UNO. No sé
si es la edad, o qué. Pero la
magia que transmite esta pintura
no la proporciona un JPG o BMP.
Y hay llamativas ilustraciones 
computarizadas. Eso: maquinales.
Carentes del deseo, o afán de alma
que tiene esta obra

Pues que sigue produciendo, lo cual me alegra. Considero a Kelly un “FRAZETTA menor” (de hecho, está —o estaba— emparentado con él) cuyo trabajo conocí mediante las no menos míticas portadas de RUFUS o VAMPUS, la traducción española de las revistas CREEPY o EERIE de JIM WARREN (cosa que, por otra parte, no debería explicar. ¿O sí? El atontamiento en el lector español está alcanzando alarmantes niveles de ignorancia y, pronto, aun el silabeo o deletreo de cada palabra supondrá el grueso del texto escolar, con lecciones escritas en “sms” o “twitter” —que es a cuanto alcanza ahora su nivel de comprensión de lectura—). Contenían por costumbre historietas de terror y de distopías postapoqueclípticas, que estimo mejores a las de su equivalente: TALES OF THE CRYPT.

[Para mí, tales Tales están sobrevalorados. Repelen sus pueriles tramas —el aparecido, el fantasma, el sobado suspense basado en sombras…—. No entiendo el salvaje revuelo que causaron en EE.UU. antaño. Salvo que diversos preceptos morales mal entendidos se impusieran en un colectivo postvictoriano que, luego, es el del primer productor de porno mundial.]

Y el reclamo que atraía a esas publicaciones, cuando no era de Frazetta, estaba en la cubierta, dibujada por Kelly. Admirando su “trabajo menor” (que en absoluto es) aviso del perjuicio que los programas de diseño computarizados están causando al Arte. Porque conseguir las matizaciones o degradaciones que manifiestan una pintura de Kelly (por protagonizar esta entrada), requiere tanto talento como paciencia, un enfoque y uso de los materiales que no da la computadora. Hablo de artesanía. Contacto con lo natural/real. El actual artista sólo aplica las herramientas virtuales (inexistentes) a un golpe de tecla. La máquina curra por él. ¿Eso, de verdad, es labor artística? ¿Podemos llamarle “artista” (en sentido clásico, el artesanal), o mejor: definirlo “programador”? Pues eso hace: dirigir comandos prediseñados, repito. No un pincel.

Eso es maquinal. Automático. Producción en serie, como las salchichas. Carece de alma.