Este amigo que se echó novia y
exactamente hacía lo contrario a comprar los tebeos que me pedía le
recomendara, cuando venía a visitarme (y en la tregua que se daba para
descargarse de sus problemas) se leía mis cómics.
Hijo pródigo de la Generación Mangaka (una a la que quise dedicarle cierta prosa en
TEBEOSFERA, pero su director, MANUEL BARRERO, lo prohibió por miedo al debate
que pudiese generar), más allá de lo que las viñetas niponas exhibieran no
existía más tebeo. El resto era basura yanqui, basura europea, basura Basura
BASURA. El manga: excelsior! (Pero bien que se jalaba mis V DE VENDETTA o WATCHMEN, y la rehostia: 300.
Menudo impacto le causó la épica histórica-fantasiosa de FRANK MILLER.)
Veréis: El manga no es mejor ni peor que las demás historietas; cuenta cosas
de forma distinta, y a veces, de modo harto más deficiente que el cómic
‘occidental’. Tuve mi época mangaka,
cierto, pero muy tibia comparada con el fanatismo de este hombre. Lo que me
atraía del manga era su estilo visual,
cinético-cinematográfico, así como esa fijación por la fuerza física, el poder,
más que por la sabiduría o el conocimiento, pese a que luego sus filósofos
siempre nos den pláticas en plan JEDI.
Y hay mucha mierda en el manga; casi diría que más que en el
resto de tebeos; un lector equilibrado enseguida lo descubre. Pero no sé qué
tiene el manga (un cómic que sí gusta
a las féminas, y no logro entenderlo) que hace radicales a sus lectores.
Hum. El tema tiene cierta enjundia.
Buscaré las notas y lo plasmaré en una entrada más extensa.
Vuestro Scriptor.
También en: http://unahistoriadelafrontera.blogspot.com/