La palabra más difícil de decir del mundo
es NO. Archicomprobado. Aunque suponga un perjuicio, una molestia, accedemos e
ignoro qué fuerza es la que nos obliga a decir “sí” cuando debemos decir NO.
He dicho NO dos veces con adverso
resultado. Mas era obligatorio. Podía haber cedido (lo que se esperaba, debido
a esta taba de decir “sí” cuando toca negarse), pero el amor propio me advirtió:
Macho, es imposible retroceder pues ya no hay espacio. En alguna parte, debes plantarte
y empezar a demostrar tu propia estima, valía. Recabar respeto. Y aquél momento
parecía el mejor lugar. Y nunca he lamentado el resultado, pese a ser oneroso después.
Vuestro Scriptor.
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