domingo, 1 de noviembre de 2020

SEAN CONNERY NOS DEJÓ — TRASCIENDE A LA INMORTALIDAD

 

De las tantas imágenes que del
escocés se podrían presentar,
escojo esta; pienso le dignifica
mucho más que esas otras.
No vemos, maese espadero

Es reciente la triste noticia de la muerte del más afamado de los BOND, JAMES BOND, cuya estampa se ha hecho mucho más arquetípica para el personaje literario de SIR IAN FLEMING que la de sus sucesores. Supongo que lo que se pretendía (aparte de no agotar a Connery) era mostrar una sucesión de facetas/caracteres del personaje, quien se limita a cambiar de rostro. Bond, James Bond, 007, es como una franquicia. Reemplazable quien le encarna.

Empero quiero recordar a Connery (no por su último papel en la gran pantalla, en la de los EXTRAORDINARIOS CABALLEROS, polémica por varios factores) por el rol que, me arriesgo afirmar, le proyectó como no consiguió Bond, James Bond, al “joven” público de Década 80: el de JUAN RAMÍREZ DE VILLALOBOS, espadero de Su Majestad FELIPE II. Su asesino de elite británico tenía aspectos que creaban repulsa (al menos, a este scriptor). Sin embargo, su caracterización, cínica y bon vivant, del tutor inmortal de CONNOR MACLEOD le daba proyección distinta, especial, ‘moderna’, que hizo adquiriésemos confianza en él.

Es quizás el paradigma de otro difunto, CHRISTOPHER LEE (el hombre de la pistola de otro, por cierto). Estaba ese hombre rodando películas desde el albor de los tiempos. Pero interpreta a SARUMAN, al CONDE DOOKU, y todos sentimos renovado interés por quien fuese DRÁCULA para la Hammer. Nuevas generaciones admiran su trabajo.

Connery es inmortal de modo diferente al del filme. Aunque, sospecho, como le sucediera al guerrero postapoqueclíptico que encarnara en ZARDOZ, ahora conoce los importantes secretos que ocultan la máscara de Dios (que, de eso, iba Zardoz: la iconoclastia y la manipulación mediante el culto).