sábado, 22 de mayo de 2021

EN AQUELLOS TIEMPOS…

 

Salvo yerro, la gloriosa época de
JOHN BUSCEMA entintado por
JOE SINNOT. Un ejemplo de
que la evasión conseguida con
estilo importaba más que airear
veleidosas causas "de género".
¿Objetivo? Fortalecer una
industria que ha derivado a
panfletos transpolíticos que no
interesan al lector habitual de
estas ficciones. ¿Resultado?
Empleos que tributan. Lo
material sobre las gilipolleces
hedonistas de cuatro vagos que,
con esas políticas, evitan tener
que trabajar. No han venido a
este mundo para doblarla

…importaba contar una historia. Buenos contra malos, el triunfo de la virtud mediante la honradez y el esfuerzo. Hasta el sacrificio. Un contenido un tanto aleccionador, o formativo, destinado al principal grupo de lectores: los adolescentes, que veían conductas cívicas ejemplares a imitar en sus personajes favoritos, algunos de los cuales pertenecían a minorías o presentaban problemas, más físicos que mentales. Un esfuerzo sui generis de invitar a superar las propias dificultades del lector.

[Uno que luego se volvía un freakie antisocial o que sólo se juntaba con elementos de su mismo pelaje.]

Hoy día no cuentan historias, sino hacen política “de transgénero”. Quieren representar a lobbys o minorías, que, por supuesto, deben estar tratados de una forma correcta, sin estereotipos ni groserías, consiguiendo que, para cuando han acabado de meter lobbys y minorías, y su adecuado tratamiento, no queda nada que contar, salvo haber cumplido la cuota de lobbys y minorías, porque el espacio reservado para narrar se ha consumido en intentar mantener contentos a “todos”.

Somos conscientes de que eran fantasías. Irreal mundo aparte, sencillo escapismo donde perderse por evasión y que queríamos comentar con amigos que compartieran la afición. El mundo real era duro, retorcido, lleno de decepciones o matones. Hoy día es una absurda gestión política de liberales de limusina que intenta hacer negocio a costa de minorías y lobbys... que desprecian los TBOs o según qué películas.

¿Resultado de tantos miramientos? No atraes al público al que destinas el producto, por considerarlo infantiloide, cometiendo el peor crimen de paso: expulsas al dispuesto a comprarlo, el lector leal de años, que busca únicamente diversión, no aleccionamientos “morales”; por tanto, quiebras por falta de ventas.

¿Resultado? Lo "tragipolíticamente correcto" hunde la economía más elemental.