Afiche de una película que QUENTIN TARANTINO estima la mejor filmada nunca. Como mínimo, histórica es |
Hace un rato en TV estuve viendo EL BUENO, EL FEO Y EL MALO, y consideré
de un significativo detalle que ejecuta su protagonista “sin nombre” (al menos,
en la cinta), CLINT EASTWOOD: ¿y si la celebérrima TRILOGÍA DEL DÓLAR estuviese
invertida? Quiero decir: ¿y si la última (la citada al principio) fuese la
primera, POR UN PUÑADO DE DÓLARES, la
segunda, y LA MUERTE TENÍA UN PRECIO
la final?
Veamos: EL RUBIO, personaje de Eastwood, se
larga con su parte del botín robado enterrado en la tumba del desconocido, empero
durante el trayecto, o en algún momento futuro próximo a los hechos, pierde sus
cien mil dólare$. Esto le impulsa a huir a Méjico (por el motivo auxiliar que
sea a la pérdida del dinero) y allí no le queda más que volverse sicario
tornadizo ora de los BAXTER, ora de los ROJO, esperando aun así su oportunidad
de agenciarse una pa$ta con la cual rehabilitarse.
Este plan (ya sabemos) fracasa finalmente
y, de regreso a Estados Unidos, se hace un nombre siendo cazarrecompensas y
termina volviéndose bastante rico con la eliminación (aunque tenga ayuda) de toda
la banda de aquellos peligrosos piojosos comandados por el psicópata drogata de
EL INDIO.
Los papeles de sus compañeros de reparto
están más difuminados en mi reconstrucción. Tal la carrera de TUCO, el feo, lo
mismo pronto derrocha sus ganancias y termina ahorcado, o tiroteado, saliendo
entonces de cuadro para siempre. LEE
VAN CLEEF sabemos muere en el duelo final, pero “reaparece” como CORONEL
MORTIMER en La muerte tenía un precio.
Curiosamente, interpreta a un oficial nordista a su vez reconvertido en
cazarrecompensas, aunque con brillante historial marcial, no como el del
nefario SARGENTO SENTENCIA de El bueno,
el feo y el malo.
El detalle que me lleva a suponer todo esto es cuando Eastwood (hoy famoso gracias a filmes que tan renuente se mostró a protagonizar al principio), en El bueno, el feo y el malo cubre al moribundo sudista con su astroso abrigo y coge el sarape que le dio su popular imagen. ¿Iniciaba, por tanto, esta “cadena de acontecimientos” que he detallado mediante este gesto…?