Contrastada con nuestra catastrófica
crispada actualidad zoosociopolítica, ésta convierte a la célebre V DE VENDETTA, de ALAN MOORE e ilustrada
por DAVID LLOYD, en una ingenua y buenista fábula pese a su decidida intencionalidad
política.
Quizás por mor de ese simplón buenismo hay
por ahí quien cree es factible constituir la “romántica utopía” del ácrata
terrorista V. Ofuscado por la candidez de su “apostolado”, obvia, cómo no, un
elemento clave en toda construcción emprendida por el Hombre: el factor humano.
La envidia, la codicia, la mentira, la
traición… Poderosos factores humanos. En la vasta novela gráfica, recordemos,
desde una depuesta dictadura conservadora avanzan hacia una “anarcomocracia” en
la cual cada ciudadano es absolutamente cabal, responsable y honesto consigo
mismo y sus vecinos, escarmentado de la tiranía derribada. Un “renacer en
primavera” solidario y cooperativista que no sé cuánto creían Moore y Lloyd
podía hacerse real.
Y, tal vez, durante cinco constituyentes
minutos, funcionase. Un noble espíritu de sincera intención de edificar algo
así. Empero, después, empezarían a formarse grupitos (el paradigma está en FaceBook, puro campo ácrata, donde
insidiosas camarillas se agrupan con fines espurios) y siempre habría uno creyéndose
capaz de hacerlo mejor que el elegido, dándose la circunstancia de que lo
apoyarían otros que, a su vez, manejan ciertos planes que… ¿os suena? ¿Cómo
acabaría todo?
En lo que repudiaban y combatían, a
excepción de que sería un Infierno construido a su elección. El nuevo V (EVE
HAMMOND), pese a la directriz heredada de “ayudar, guiar, no intervenir”, se
vería en el aprieto de elegir o ser el verdugo en su Jauja Ácrata, eliminando a
quienes la amenazasen (trocándose en una intervencionista estatal), o dejarles
autodestruirse, ponerse las cadenas forjadas a su elección, lo cual les
devolvería a la abominable tiranía. ¿Tanto sufrimiento para eso: regresionar?
Puede dejarles. Lo eligen solos. Mas
¿permanecería indolente ante los atropellos a los inocentes? Su conciencia protestaría
porque, de ignorarlo, se equipararía con los que cometen los crímenes. (O
quizás, amparándose en lo de “Así lo quieren”, se cruza de brazos, dejando los
engulla la miseria.) ¡Qué dilema! Que termina resolviéndose al convertirse en…
una verdugo intervencionista paraestatal. Dictadora por el bien de los débiles.
E ¿inmune a las tentaciones del poder arbitrario? La máscara da poder… Oculta
al individuo… A su conciencia, sus actos…
Algo tan elementalmente humano lo soslayan quienes creen que V de Vendetta es posible, cuando su único mensaje útil es: Recela de los líderes. DE TODOS.