Un poco de picardía para celebrar la mágica jornada. Siempre corono la modelo para así anteponer una tradición tan nuestra como son los Reyes Magos al Papá Noel foráneo que nos quieren imponer también |
¡Cómo esperan impacientes los hermanos Bastardos
el dulce y cremoso envío que, desde tan lejanas tierras, les llega!
¡El hermano Legítimo les demuestra así su
cariño, pese a ser Ilegítimos con todas las de la ley!
¡Qué hermano Legítimo más bueno! ¡No le
importa que el Papá Colectivo regara Europa de bastardos! ¡Y con qué orgullo el
Legítimo lo va contando, a propios y extraños!
¡Desprecia el Legítimo Ingrato Sanguijuela Impotente
qué terrible daño estas afirmaciones hacen a sus padres y demás hermanos
Legítimos! ¡Cómo, por su culpa, les señalan, critican, satirizan! Lo único
importante para el Sanguijuela, que come a costa ajena, que no devuelve el
dinero que le prestan, es ganar la compasión de unos pocos y le dediquen
constantes arrumacos de burro, inventándose trolas increíbles (“de niño me
violaron en un descampado; desactivaba minas en Afganistán”) para que se apiaden
de su “triste figura” de “hombre” misterioso plagado de hermanos bastardos, los
cuales sin embargo presionan su delicada alma sensible; así, para poder soportarlo,
debe retirarse al pueblo en ocasiones, acosado por siniestros pensamientos
gótico-suicidas.
Eso anhela con desesperación vampírica este
poetastro-sanguijuela: consuelo, ánimos, alientos, mimos… atención que alimente
su insaciable espíritu egoísta narcisista, que le grita dentro de la cornuda cabeza
qué tío mierda es en realidad.
Empero… ignorando todo esto… ¡arriba el
camión de reparto por el nevado paisaje crepuscular! ¡Cómo se alborotan los
bastarditos tudescos! ¡Los faros del camión semejan Estrella Guía de Belén! Frena
en su parada. El repartidor efectúa la entrega del ansiado (y maltratado)
paquete.
¡Como los tudescos no saben qué es un
Roscón de Reyes, los amigos de los bastarditos fliparán al verlo, degustándolo
con un buen tazón de cacao caliente!
Mas la impaciencia los obliga a abrir la
caja ¡ya mismo! Y encuentran…
¡Un cochino neumático gastado, relleno de
espuma de afeitar y trozos de plástico rojo! ¿Puede medirse, no ya imaginar, el
horror, desconsuelo y doloroso pasmo de los bastarditos tudescos admirando
semejante detrito? ¿En tan desamparado paraje bajo cero? Sin embargo, ¿podían
esperar otra cosa del ególatra Legítimo sanguijuela? Sólo un absurdo. Un
despropósito. Cuescos, como sus pretenciosos poemas.
Y, mientras… ¡ah, la frágil alma de pensamientos suicidas! Recluido en el pueblo, pergeña nuevos fétidos versos del más rancio e insufrible gótico, mientras recaba más arrumacos de putas y bujarrones, orgulloso del envío hecho a sus hermanos Bastardos tudescos.