Tras doce temporadas en que se veían
representadas/reflejadas las más raras
avis del panorama social, el episodio final, quizás el que nadie (de la
grey mencionada sobre todo) quería llegase, se emitió. Ayer mismo. Certificaba el fin, mi
único amigo. El fin.
El fenómeno que es (o fue) The Big Bang Theory me sorprendió,
cuando empecé a verlo hace años, al versar sobre pringaos aficionados al TBO,
el cine de fantasía-ciencia ficción, los videojuegos, los juegos de rol, el cosplay. Admirábamos un extraño impresionante en una parrilla
televisiva dominada por atléticos guapetones con novias modelo BARBIE (junto a algún que otro ejemplar
menos apuesto y de etnia diferente, para hacer ver que no se excluye a nadie),
los dramas policiales/judiciales/de abogados, los dramas-dramas, los presuntamente
históricos, las sitcoms más/menos agraciadas,
o las pretenciosas series que, pese a su rimbombante entrada glamourosa y haber encandilado a la
selecta crítica que nos dicta la programación desde su rancio sibaritismo
académico, son hueras y se van a la porra pronto (como ALLY MCBEAL, ¿se acuerdan?).
Animación aparte, también hay de fantasía y
ciencia ficción (que en varios casos mejor olvidamos, porque con WESTWORLD bien la han cagado). Los
superhéroes han tenido su marco, aunque hasta Big Bang T no encontraron su ‘magia’ y la adherencia popular.
Por tanto, en la televisión principalmente
descrita en el párrafo dos (la de MELROSE
PLACE o DINASTÍA, para reducirlo
entendiéndonos todos), presentar un serial como TBBT suponía riesgo. Por la temática. Incumbía a un enorme
porcentaje de potenciales espectadores que, a su vez, estaban discriminados por
el gran mundo por lo extraño o excéntrico (aun pueril) de sus aficiones. Sin
embargo, ahí está. Un trance que se ha saldado con un considerable éxito y
quizás un entrañable y recordado hito.
En parte, su éxito se debe a esta pelicula. Presentaba otro tipo de superhéroe, uno que debía usar armadura para triunfar. El humor y la ciencia fue la armadura de los integrantes de TBBT |
TBBT se benefició, sin embargo, del estreno de IRON MAN. Coinciden más o menos en el
tiempo. ROBERT DOWNING, JR. presenta un TONY STARK mundano, juerguista, un
tanto temerario, playboy encantador. Muestra
en el fondo a un héroe realista, creíble,
con defectos, distinto al gótico BATMAN traumatizado o al invencible SUPERMAN,
cuyo disfraz humano es de freakie aunque
no como los protagonistas de TBBT. Suena
como a un apocado FRASIER sin su dinero ni pomposidad.
TBBT debería reconocer que fue esa imagen de Iron Man la que, de rebote, les favoreció.
Ellos hicieron, y de puta madre magistral, su trabajo. Aunque si el gusto del
espectador no se hubiera “enamorado” del perfil convencional (dentro de su
anti-convencionalidad) que mostraba Tony Stark, poca vida le auguraría a TBBT.
Desde ellos, cuan realimentación, el
espectador normal parece más dispuesto a visionar series de superhéroes, porque
las referencias han abundado y el cine ha detonado con todo tipo de disfrazados
que, a su vez, han perpetuado el ejemplo (menos los de DC COMICS, que optaron por un ostentoso estilo sombrío wagneriano
quizás innecesario).
¿Qué va a ser ahora del freakie sin su serie de cabecera, la que
les dignificaba? Puede que alguien intente sacar un émulo (pobre, sospecho), aprovechando
su estela. Sin embargo, el freakie volverá
a ser ese sujeto introspectivo o del grupo en que se encostra, como un clan, al
compartir sus mismas aficiones, sin más existencia. Irá disipándose, y terminará
evaporándose el tenue prestigio que la serie haya podido proporcionarles.
Vayan con Dios, amigos. Salud y buena ruta |
Podría ser más triste de lo imaginado la
conclusión de The Big Bang Theory.
(Sobre todo si en su lugar vuelven a imperar las tediosas series de policías
superpatrióticos tan invencibles como incorruptibles…)