martes, 15 de noviembre de 2022

ENTINTADO ESTILO TRADICIONAL — O DÉCADA 70, POR PONER

 

Si no basta con el argumento,
probaré a conquistar vuestro interés
mediante el dibujo.

Pienso aprovechar que, de momento, esta semana no ha fallecido ningún reputado autor (toquemos madera) para actualizar con una estrada propia de este blog. En ocasiones pasadas he confesado mi admiración por el pulcro entintado (a pincel, que tiene mérito) de JOE SINNOT; he procurado, si no imitarle, desarrollar los aspectos que podían resaltar su trabajo del de otros entintadores. Aquello que te agrada, a lo que ves calidad, que percibes se perpetuará, procuras homenajearlo trasladándolo, con respetuoso reconocimiento, a tu trabajo.

Incido en el entintado tradicional (el citado a pincel) porque es como un combate entre las vicisitudes anejas al dibujo y tu habilidad para embellecerlo. Es imponer tu voluntad, tu carácter, tu talento/habilidad, con una herramienta que hoy consideran arcaica, desusada, inútil, a cualquier inconveniente, dejándole tu huella.

Es cuestión de honra, amor propio. Reto. De preguntarse: ¿seré capaz? ¿Podré? Pones empeño. Constante. Y, cuando menos lo esperas… voilà! ¡Logrado! ¡Hecho! Reposa tu espíritu al ver que sí has tenido suficiente, o más, disciplina para superar el desafío. Una invitación a que puedes sobresalir más. Al extremo… de que otros imiten tu trazo.

Hoy, con los cincuenta mil programas computarizados artísticos existentes, los profesionales del medio (o que pretenden serlo) se limitan a presionar botones y mover el ratón y click, que el programa ya labora cuanto tu autoestima antes te imponía hacer. Más limpio, dicen, es. También: más trabajoso.

Sigo considerándolo producción en serie mecanizada, como dónuts. Ya no es labor de artistas, sí de programadores. Dejan sea la máquina la que trabaje. Así, lo que consiguen es una producción automática sin alma, porque el artesano deja una pista de su espíritu en la obra acabada. La máquina: sólo su estéril eficiencia.