viernes, 15 de febrero de 2013

SIR DRAMAE PERSONAE


¡Atentos a la cabalgada del valkirio Carmino Burano!
¿Os habéis parado a pensar qué agotador AGOTADOR debe ser para una persona ser perfecta, tener siempre la razón de todo-y-en todo, vigilando VIGILANDO desde la alta cota donde su moralidad suprema le ha instalado, pedestal donde se percha a mirar a los mortales imperfectos, esperando que nos hiera su sentencia, que cae como águila de acero para destrozarnos, castigando nuestras humanas deficiencias y faltas?

Pero ¡qué CONCEPTO de sí tendrá esta persona a cambio! Una mirada al espejo (caso de que alguno soporte su reflejo), y se enamora rendidamente de sí mismo; no necesita más compañía, y el canoro sonido de su inextinguible voz, llena de ricos argumentos argénteos con los que atizar a los autores imperfectos, socavando su moral con apreciaciones hirientes, fluyendo sin cesar por sus esculpidos labios, hace todo cuanto precisa para subsistir.

Erudito en todos los campos, por supuesto y por ende, dominará la filosofía y la ética como ninguna escuela, clásica o moderna, lo haya hecho jamás. Y qué consejos prodigará, profundos, sabios, reflexivos, semejante persona perfecta.

No es así Sir Dramae Personae, que, como veis, encarna las virtudes opuestas del paladín clásico. Su cubo-casco carece de ranura para los ojos (así no debe presenciar sus excesos o errores). Dispuesto siempre a desfacer entuertos (¡si llegara a verlos!), su caballo, FACEBOOK, tampoco está por la labor. De madera, con las ruedas torcidas, la cuerda que tira de él rota, ¿a quién ayuda Sir Dramae Personae?

Hay tanto Sir Dramae Personae por ahí suelto, clavado siempre en el mismo sitio...

Vuestro Scriptor.