martes, 7 de agosto de 2012

IN THE POOL


¡Así es la gente! Cuando yo tenía trabajo, y por tanto, $, era el mejor. Generoso, atento, ¡el mejor amigo posible! ¿Problemas para pagar las copas (por ejemplo)? Ninguno. Estábamos pasando un rato de puta madre. ¿Iba tal menudencia, aquél bolsillo paupérrimo del amigo, a cortarnos el rollo? ¡Venga ya! ¡Alegría! ¡Birra!
Que la pasta saliera de remover cajas llenas de mierda y de crías de ratas, de ir al quinto coño a recogerlas, tampoco era problema. Joder, todos los curros tienen pega; algunos, más que otros. Se siente, tío. Y más, si tienes un jefe gilipollas.
Cuando la crisis también secó mi bolsillo (¡y cómo!), dejándome temblando, y llegó el momento de admitirlo y esperar (¡grave error!) que quienes entonces se beneficiaron de mi buena racha, ahora que ellos la disfrutan, recordando esos días, se portaran con igual lealtad, me rechazan y desprecian. ¡Tenemos mejores nuevos amigos!, ¡¡amigos de campanillas!!, ¡¡¡amigos que frisan las alcurnias!!!, amigos que no son un puto parado. Y aquellos, tan lisonjeros otrora, imponen condiciones leoninas para, incluso, darles los buenos días. Qué débil es la memoria.
¡El karma en acción, señoras y señores!, dirían los filósofos. No hay descanso para los malvados, comentaría el cinismo cristiano. Prefiero la versión española del refranero: no le sirvas a quien sirvió ni le pidas a quien pidió. ¡Puños cerrados como piedras! ¡Puños, tendrás en respuesta!
Por cierto: veo las dos manos de Terhli; pero sólo una de Elexis.
Vuestro Scriptor.