Habiendo visto alguna cosa extraña debajo de las olas, enérgicamente Terhli se deshace del escamoso fisgón, lanzándolo lejos y hacia los respiradores de aire que tanto odia Namor, personaje con tanta solera y que resulta, no obstante, tan avinagrado al paladar de muchos lectores, entre los que me cuento.
Supongo que el viejo e inestable monarca atlante había visto en nuestra aguerrida y sus dos amigas virtudes excepcionales que SUSAN RICHARDS no le ha permitido, aún, ni atisbar siquiera.
Vuestro Scriptor.
También en: http://unahistoriadelafrontera.blogspot.com/