Por ahora, estas dos imágenes de Terhli son mis favoritas de cuantas llevo dibujadas. No las vendo; al menos, baratas. Es más, si surge la oportunidad (apuntaos otro imposible), se las regalaría a la BENDITA BIANCA BEAUCHAMP. Hasta creo que retomaré el tema más adelante, quizás aplicándole óleo. (De momento, sigo siendo así de 'analógico', en esta era de Photoshop y análogos.) Había algo en su mirada que trascendía toda la parafernalia S/M y fetish usual en ella y pedía un amigo (esta vez, un ‘macho’, no una amiga) con el que hablar. Sólo eso. Solicitaba respeto, y comprensión.
Todo eso que la adorna es una especie de defensa contra un mundo hostil que no permite que la someta. Hay un poderoso elemento de gusto personal en ese vestuario, no obstante, pero que también blinda una zona íntima blanda que puede ser trágicamente suave, o frágil.
Conseguí llegar a tiempo de capturar esa mirada, e identificarla, y Terhli se sinceró conmigo. A su manera, por supuesto, algo recelosa y renuente, aun brusca, pero sincera y finalmente, confiada. Pienso, en verdad, que todo esto traslada mi propio deseo de hacer de Terhli más que un pretendido icono lésbico (parece ser que los tiros van por ahí, para mi asombro), o una figura plana con ciertos elementos que la permitan incorporarla a la Historia de la Historieta (eh, JAVIER ALCÁZAR, yo inventé el término; al menos, ten la decencia de reconocerlo cuando lo empleas en tus reseñas) pero que, al mismo tiempo, la vulgaricen, la estandaricen, privándola de alma y esencia. No. Terhli no puede degradarse de ese modo.
Estas ilustraciones reflejan su complicada juventud; la adolescencia aún la envolvía con sutiles hebras de pubertad e iba descubriendo que ser la más fuerte del patio a la hora del recreo no bastaba para sortear el pérfido día-a-día. Y empezó a dudar de sí misma y del futuro ante ella.
Tanto (y más cosas) me contó.
Vuestro Scriptor.
También en: http://unahistoriadelafrontera.blogspot.com/